La
bohemia ya no es lo que era

Bohemio era el término
despectivo con el que los franceses llamaban a todo aquel que llevaba un estilo
de vida rebelde y excéntrico en oposición a la respetable burguesía. Se empezó
a usar como alusión a los gitanos venidos de Chequia, y fue popularizado en
1847 cuando Henry Murger publicó su libro Escenas
de la vida de bohemia. Es entonces cuando nace en el imaginario colectivo
el artista de aspecto despreocupado y estilismo variopinto cuya imagen
contribuyen a forjar numerosos creadores.
Una de las primeras
relaciones entre bohemia y gentrificación podríamos encontrarla, precisamente,
en París a finales del siglo XIX. Por aquel entonces Montmartre, a la derecha
del Senna, no era más que un suburbio de mala nota plagado de tugurios,
pensiones baratas y casas de lenocinio al que acudían artistas pobres atraídos
por los bajos precios de las viviendas, las mujeres y el alcohol.
Pintores como Lautrec,
Gauguin, Van Gogh, músicos como Satie, poetas como Rimbaud o Verlaine, vivieron
y se inspiraron en sus calles. Con los años, algunas veces los suficientes como
para que ya estuvieran criando malvas, algunos de ellos alcanzaron fama, los
movimientos artísticos a los que pertenecían, denostados en su momento, fueron
fagocitados por la burguesía, y sus obras se revalorizaron hasta convertirse en
activos de inversión financiera. Fue entonces cuando los precios de los
alquileres se elevaron, y la siguiente hornada de artistas, entre ellos la
famosa “generación perdida” de los locos años 20, que agruparía a nombres como
Hemingway, Stein o Fitzgerald, se vieron obligados a buscar refugio en la
orilla opuesta del Sena, concretamente en Montparnasse y en el Barrio Latino,
donde volvió a ocurrir lo mismo. En todo caso el arte y la bohemia no llegaban
cuando estos barrios se ponían de moda y se revalorizaban, al contrario, era
entonces cuando los artistas se iban y llegaban los burgueses.
Quique Castro
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aullidos