lunes, 16 de junio de 2014

Papa Noel en Barcelona. Parte 2.

No sé si sabes de qué va este rollo, pero hay dos reglas básicas que debo seguir obligatoriamente cuando viajo de incógnito, la primera es que no puedo inmiscuirme en vuestras vidas, la segunda es que tengo que llevar a mi mujer de tiendas. No se me da bien seguir ninguna de las dos.


Aunque trabajo con un colorido uniforme no soy un súper héroe, ¿sabes?, no puedo andar por ahí solucionando los problemas de la gente porque al jefe no le gusta, es muy liberal, y para él es muy importante todo ese rollo del libre albedrío. Pero no nos adelantemos a la historia.

Siempre que viajo a Barcelona me gusta ir a comer al “Pollo Rico”, en el Raval, es un restaurante un poco cutre, pero se come bien y es barato. Todo es grasiento en el “Pollo Rico”, la comida, las mesas, a veces tengo la impresión de que podría mojar el pan en las camisas de los camareros…, es un sitio estupendo. Si vais allí os recomiendo cualquier cosa con cuchara, un potaje, una escudella o un simple consomé, eso lo bordan. A mi mujer la verdad es que no le mata, es un poco más remilgada, pero a cambio nos pasamos toda la tarde de tiendas por el Portal del Ángel y por la noche nos vamos de pinchos por el Borne, que eso sí que le va.

De todos modos mi señora y yo somos de mucho mirar y poco comprar. A mí me van las camisas hawaianas, aunque no pega donde vivimos, pero ya tengo una buena colección porque cada seis de enero los tres chicos de la competencia me dejan una diferente. Los muy gilipollas están todo el día con el rollo de que si son mágicos, que si son invisibles… ¿Invisibles? ¡Por favor! Con todo el jaleo que arman con los camellos parece que llega el séptimo de caballería. No, en serio, tengo entendido que con el resto de la gente son discretos, así que creo que lo hacen por joder y no dejarme dormir. 

Vaya panda, los de oriente. Son buena gente, pero no veas cómo le pegan al alpiste. Unas navidades vinieron a cenar a casa y menuda. Uno de ellos, no voy a decir cual, acabó con un pedo tan grande que se llevó uno de mis renos y se olvidó el camello. Al día siguiente me llama su majestad el rey de los borrachuzos y me dice:

-Santa, que me he llevado tu reno.
-Pues te vienes tú a traerlo, que no voy a ir yo hasta allá.
-¿Te importa si hago el reparto con tu reno y tú te quedas con mi camello y luego te lo paso a devolver cuando acaben las fiestas?
-¿Y qué hago yo con un camello en el trineo? Voy a ser el hazmereir de los inuits. Además, el clima no es el adecuado.
-Bah, por eso no te preocupes, ya sabes que nuestros camellos...
-Son mágicos, sí, ya lo sé.
En fin, mis renos también son mágicos, ¿sabes?, pero no estoy todo el día dando la barrila con el tema.

Continuará.

Quique Castro.


viernes, 6 de junio de 2014

Dramático partido de curling

Todo el mundo sabe que el curling es un deporte que levanta pasiones, pero nadie imaginó que la final del trofeo “Benedicto XVI” acabaría en batalla campal. Todo empezó cuando María del Pilar Aguado, hincha del Poblenou, se puso a masticar la oreja de Norberto Casalinga, seguidor del equipo contrario.

“Ese señor no debió enfurecerla”, nos dice el marido de la agresora “Mi mujer pesa 95 Kg y tiene la pegada de Poli Díaz. Es una valkiria catastrófica, una habitante del Hades, a duras penas pude retenerla. Cariño, le decía, deja de golpear a ese señor en la cabeza”.

Hablamos con la agresora, María del Pilar Aguado. Bajo su apacible fachada de profesora de cerámica de la asociación de jubilados de su barrio, se oculta una bestia sanguinaria y feroz cuyos ávidos instintos afloran sólo en los partidos de curling.

“No sé qué me pasa”, confiesa, “el curling es mi pasión, creo que cuando me enfado puedo hacer cosas horribles… a ti también podría hacerte cosas horribles si me enfadara contigo… ¿Por qué me estás mirando así?, ¿me estás mirando a mí?”.

El agredido, Norberto Casalinga, de profesión ama de casa, había acudido con su tía a la final dispuesto a pasar una agradable jornada. El primer contratiempo se lo llevó cuando los agentes de seguridad le requisaron el revólver del 38 especial que llevaba en la sobaquera.

“Es como un amuleto para mí”, confiesa Norberto desde la cama del hospital.

La tangana se produjo a raíz de una decisión polémica del árbitro turco, Efraim Muíños, cuando dio por bueno un lanzamiento dudoso de Pipo “la bestia” Pérez, estrella del Racing de Sants. Las aficiones de uno y otro equipo empezaron entonces a insultarse y a decirse cosas horribles. “Ladino” y “bribón”, fueron algunos de los insultos que pudieron escucharse. La situación fue a más hasta que por fin llegaron a las manos y a los dientes.

“Fue algo horrible”, ha declarado Norberto Casalinga, “Toda mi vida paso ante mis ojos en un segundo, tal vez algo menos, sí, creo que fueron unas ocho décimas de segundo exactamente”. A los ojos de Norberto apuntan las lágrimas en el momento en que recuerda  el trágico suceso, “Mi nacimiento pasó ante mis ojos, mi cuarto cumpleaños, mi primera comunión”, enumera, “mi graduación en el instituto tecnológico de formación profesional, mi primera entrevista de trabajo, la primera vez que fui a votar, mi…”. Norberto Casalinga sigue y sigue, el shock ha sido brutal.

Le preguntamos al árbitro del encuentro, y esto es lo que nos contestó en declaraciones exclusivas: “Preguntarme  a mí sobre curling es como preguntarle a Ahmadineyad sobre técnicas de terapia de grupo para niños con déficit de atención. ¿De verdad hay alguien que entienda las reglas de este deporte? Si es así, le dejo con gusto mi silbato".

Quique Castro, experto en curling.