martes, 1 de abril de 2014

Incautos, burlados ciudadanos.

A pesar de las redes sociales, o tal vez por su causa, no es difícil engañarnos, y este Gobierno lo ha vuelto a demostrar. Al día siguiente de las marchas, ciudadanos y medios entramos a embestir una cortina de humo que no por gastada ha dejado de ser efectiva: la violencia en la calle. Como consecuencia, lo último de lo que se habló fue de la dignidad.

Todos los medios, salvo alguna excepción, no hacían más que reproducir las más violentas escenas, y el usuario de las redes sociales, timado y burlado, les daba carácter viral. Como decía aquel, es mucho más fácil manipular que demostrarle a alguien que ha sido manipulado.

La voz del pueblo fue silenciada por la violencia de unos cuantos descerebrados que insultaron con su presencia una causa digna, y también por un Gobierno que ordenó a la Policía que cargara en la Plaza de Colón, reventando una manifestación en la que lo más violento que se había hecho hasta el momento era cantar el “Va pensiero”, de Verdi.

Se llegó a filtrar la noticia falsa de un policía en coma, y se colgaron fotos de armas que ya habían sido colgadas en manifestaciones anteriores; se han vuelto descuidados, porque saben que tragamos con todo. Sin embargo los documentos gráficos son numerosos: hemos visto policías que caían como moscas ante una turba demenciada que ojalá nunca hubiera estado allí, pero también hemos visto antidisturbios golpeando a madres con sus hijos y vapuleando a periodistas cuyas únicas "armas" eran sus cámaras y sus micrófonos, y cuya única intención era informar.

Este es el Gobierno que ejerce la violencia social, que anula las ayudas a la dependencia, que criminaliza a los emigrantes, que impone leyes franquistas para el aborto. Este es el Gobierno para el que los pobres sólo son “estadísticas”, y para el que la prima de riesgo es su única realidad, y este es también el Gobierno al que sucesos como los ocurridos le vienen bien para que así, al día siguiente, no se hable de los ciudadanos que fueron a reclamar su dignidad, sino de una violencia... ¿buscada?

Quique Castro.