Ada Colau y Albert Batlle convocaron el pasado día 14 de julio a los vecinos de la asociación SOS Triángulo Golfo para prometerles que subirían las cuantías de las multas por incivismo a 600€, una promesa a la que han faltado.
“Fue un pirómano de la zona”, aseguró el teniente de alcalde, porque para él era mejor que se tratara de un caso aislado, de un loco itinerante, que no de un hecho que se repite de forma más o menos habitual en nuestras calles. La mentira automática, la mentira como primer resorte, ágil, rápida y sin titubeos. ¿Talento o papo? Ustedes dirán.
Pero la cosa siguió. Delante de un grupo de al menos unos 14 vecinos, Ada y Albert, Albert y Ada, se comprometieron a subir la cuantía de las multas por incivismo (beber, gritar, orinar en la calle) de unos exiguos 30 euros a 600 (15 y 300 euros con prontopago respectivamente), y se comprometieron también a que los supermercados de la zona tendrían que cerrar de diez de la noche a siete de la mañana. Esa misma tarde, en un aparte con los vecinos, la alcaldesa nos aseguró que si Batlle no llevaba esas medidas a cabo, sería tan fácil como cambiar de teniente de alcalde. Y esto también delante de varios testigos. En fin, cosas que se dicen cuando uno o una se viene arriba y se le suelta la lengua, ¿no?
Y los vecinos nos lo creímos.
Pero he aquí la sorpresa. Este lunes 8 de agosto, en rueda de prensa, Albert Batlle aseguró que la Guardia Urbana había interpuesto 747 denuncias por consumo de alcohol en la vía pública desde el día 2 de agosto, pero que ninguna de las denuncias por incivismo llegaron al importe de 600€ debido a que no se consideró que se tratase de conductas graves.
El primero que dijo esto de los 600€ fue el regidor del distrito de Sant Martí, David Escudé, que nos aseguró el 6 de junio que esta subida en las multas se plantearía como medida de choque en el área del Triángulo Golfo, y que, a partir de ese momento y por circunstancias obligadas, beber y orinar en la calle se consideraría como una falta grave, y se darían indicaciones a los agentes para que interpusieran las denuncias correspondientes. Posteriormente Genma Tarafa, regidora de Salut del Ayuntamiento de Barcelona, se comprometió en asamblea con los vecinos a presionar a Batlle para que le diera, nos diera, una fecha de aplicación de las medidas. “¿Y qué capacidad de presión tienes?”, le preguntamos. “Mucha capacidad”, respondió sin titubeos.
Todavía estamos esperando.
Aunque no es verdad, los vecinos ya no esperamos nada de esta panda de vividores de la política, líderes en marear la perdiz, maestros en engatusar, expertos, como diría Serrat, en:
“…propiciar un diálogo de franca distensiónque les permita hallar un marco previo
Es decir, expertos solamente en ganar tiempo ellos y hacérselo perder a los demás mientras no resuelven nada.
Quique Castro.
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