Rouco-Varela tampoco decepciona, y si no atención a sus últimas
declaraciones en defensa del obispo de
Alcalá, en las que se muestra muy preocupado por la separación de poderes
entre el Estado y la Iglesia. "Ninguna
institución humana está legitimada para juzgar y, menos aún, impedir que se
enseñen los contenidos de la doctrina católica (…) Cuando tal juicio e intento de conculcar la libertad religiosa procede
formalmente de una institución política, se produce una triste e intolerable
violación de los derechos humanos y del principio de separación Iglesia-Estado".
Es decir, que la Iglesia puede predicar su doctrina aunque sea dañina, homófoba y
atente contra los derechos de las personas, pero el Estado no está legitimado para pararle los pies porque las leyes
del Estado son cosa humana, y la
doctrina de la Iglesia es cosa divina. Después de las declaraciones de este
ministro de sí mismo, ve y dile ahora a un fanático de la ablación o a un
aficionado a la poligamia con menores que debe respetar los derechos
constitucionales y la legalidad vigente. Te dirá lo mismo, que las leyes
humanas no han de interferir en los retorcidos gustos de su dios.
No se le ve tan preocupado a Rouco por la separación entre el Estado y la Iglesia en
todo lo concerniente al concordato de 1979, según el cual la Iglesia está
exenta de impuestos sobre inmuebles (Artículo IV.A), exenta de impuestos sobre
la renta y el patrimonio (Artículo IV.B), exenta del pago del IVA
para objetos destinados al culto (Artículo III.C)… etc. Bueno sería que este
principio de separación entre el Estado y la Iglesia al que apela el vil
purpurado se hiciera efectivo.
Por lo que a mí respecta la Iglesia católica no merece ningún respeto,
como no lo merece ninguna otra religión,
ya sea el islamismo, el judaísmo, la cienciología… Me merecen respeto sus
seguidores, eso sí, en tanto que víctimas, y respeto también su libertad para
asociarse y venerar todo aquello que deseen siempre y cuando no vaya en
detrimento de los derechos sociales conquistados, por lo general a su pesar.
Todo lo que de bueno pueda
ofrecer cualquier religión; la
bondad, la caridad, el perdón… o de malo; el separatismo, la razón absoluta, la
necesidad de convencer, la verdad revelada… son rasgos propios de la especie
humana, sea cual sea su origen étnico. El resto son pinceladas culturales más o
menos descabelladas, mitología pintoresca, simbología y representaciones. En
cierta medida la religión existe por
la necesidad que tenemos de explicarnos el fin último de nuestra existencia, el
sentido de la vida, pero también por nuestra condición de seres gregarios. La religión es consecuencia de la
naturaleza humana, no de la revelación divina.
Iniciar a un hijo en una religión para que alcance determinados
valores es un absurdo. No es necesario un dios, sean cuales sean sus
“especificaciones”, para decirle a un niño que no debe hacer lo que no le
gustaría que le hicieran, recordarle que debe ayudar al prójimo o enseñarle a
perdonar.
Mucho más seria e interesante me
parece la doctrina del pastafarismo.
El pastafarismo, conocido también
como religión del Monstruo Espagueti Volador, surgió en los Estados Unidos como
protesta por las pretensiones de los grupos ultraconservadores durante los
mandatos de George W. Bush, cómo no, de igualar el creacionismo a las teorías
evolutivas. Básicamente se amparaban en que no se puede demostrar que Dios no
haya creado el mundo, y por ello pedían su enseñanza en las escuelas. Fue
entonces cuando un tal Bobby Henderson, licenciado en física en la Universidad
de Oregón, creo la religión del pastafarismo
y, amparándose en los mismos argumentos, escribió una carta al Consejo de
Educación del Estado de Kansas solicitando su enseñanza en las escuelas.
Según el pastafarismo el mundo ha sido creado por un amasijo de espaguetis
con albóndigas, y hasta hoy nadie ha podido demostrar que esto no sea cierto.
En realidad, con o sin religiones, seguiremos sufriendo a personajes
de tan baja estofa como Rouco Varela,
el obispo de Alcalá, el Imán de Terrassa y tantos y tantos
otros, porque no son ni más ni menos que el producto condensado de todo lo que
de perverso e innoble tiene el ser humano. Las bellacas declaraciones de estos
seres esperpénticos son el producto de unas mentes enfermas de miedo y de unos
espíritus retrógrados y dañinos. Apelan a lo peor del ser humano, y lo hacen
del modo más obsceno, esto es, amparándose en el bien y en preceptos divinos de
los que sólo ellos son depositarios, cada uno del suyo, eso sí, porque
curiosamente las manías de sus dioses van cambiando a medida que nos
desplazamos en latitud y longitud. Apelan, como digo a lo más oscuro de nuestra
naturaleza, y lo peor es que encuentran respuesta.
Y es que la maldad es un
atributo muy humano
plas, plas, plas, plas...... Se puede decir más alto, pero no más claro. Pienso exactamente lo mismo que tú, pero yo no sabría expresarlo tan claramente. Me siento apoyado viendo que no soy el único que piensa que si Dios bajase ahora a la tierra correría a gorrazos a todos los curas sin distinción de credo.
ResponderEliminarMuy bueno.
Que fantástico Quique! pues yo digo lo mismo que Lolo...expresas maravillosa y claramente lo que muchos pensamos. Ojalá algún día la gente se de cuenta y deje de apoyar a esta partida de sinvergüenzas, empezando por el papa (si! en minúsculas porque no merece mas!) y siguiendo por todos los demás. Un abrazo y una vez mas....FELICITACIONES!!!
ResponderEliminarBuen texto. Que se lea más para que estememos menos confusos. El tal Rouco ese y los de su calaña bien valen tres balas por el orto, a ser posibles rojas (no sea que se confundan con algún atributo de su vestimenta. Cada cual con su Dios, religión viene de esas dos cosas que se juntan, lo que uno cree que nos protege un poco más allá y lo que dentro nos fermenta, nos inquieta, nos hace crecer o empequeñecernos, pero lo otro... La Iglesia, el Benedicto ese y la recua que tiene alrededor, bueno, esos habrían que ponerlos a pasar hambre de verdad a ver si les gusta que les quiten el pan nuestro de cada día. Como se nota que ellos van por un lado y el resto de la gente por otro. Errar es de humano, eso lo saben Rouquito y su gente, pero radicalizar con palabritas bien armadas y decorativas para no decir nada, eso es echar peste por la boca. Que panda de atrevidos todos estos religiosos de pacotilla.
ResponderEliminarUROG de Holguín
Querido Lolo, siempre he pensado eso mismo, el bochorno y la vergüenza que sentiría ese Dios al ver a toda esa recua de aprovechados de unas religiones y otras. Si Jesucristo bajara de nuevo se mearía en el Vaticano.
ResponderEliminarGracias Mario por seguir el blog tan puntualmente, espero que cada entrada te parezca tan clara. Por supuesto que somos muchos los que pensamos así, pero hay que darle voz.
Urog de Holguín, siempre entre libros, un placer que encuentre dos minutos para echarle un vistazo a esto.
Buena reflexión... secundo tus palabras en prácticamente su totalidad, excepto en lo referente a mis dudas sobre la existencia de un "Dios". Buscamos un sentido sobrenatural a nuestra existencia cuando quizás sólo seamos fruto de la "casualidad"; una combinación fortuita de dos moléculas, el amigo Darwin y su evolución de las especies y... hasta ahora!
ResponderEliminarSi es que cada vez que estos supuestos representantes de Dios en la tierra hablan, sube el pan, por Dios...
Perfectamente respetable Nell. Creer o no creer en un dios no deja de ser una cuestión personal. Tratar de converncer a los demás de la existencia de su dios e imponer "sus" normas, eso es lo perverso. Sin embargo lo impregnan todo de ritos y superchería vana (comuniones, circuncisiones,danzas del sol) y la sociedad cae hechizada. Me alegra contar con su comentario de nuevo.
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