martes, 20 de junio de 2017

Poblenou, el precio de un sueño VII: El conflicto con las terrazas 1

El conflicto con las terrazas 1

La nueva ordenanza municipal de terrazas servirá para reordenar la disposición de las mesas en la Rambla de Poblenou. Esta medida, cuya finalidad es devolver a los ciudadanos parte del espacio público, reducirá en 24 las 469 mesas actuales.

La medida no ha sentado a todos por igual. Toni Ramos, presidente de la Asociación de Hosteleros, cree que esta ley tendrá una repercusión negativa en sus ingresos, con la consecuencia directa de destrucción de puestos de trabajo, y afirma: “Los precios van a subir porque no puedo sacar lo mismo con 20 mesas que con 8 o 12, y es la gente del barrio la que va a sufrir esta subida”.

Porque el problema de fondo no es la desaparición de 24 mesas -número que la Asociación de Hosteleros eleva a 100-, sino el reparto que se hará de las 445 restantes. La ordenanza asegura 4 mesas para cada establecimiento, incluso para los que antes no tenían ninguna, pero también limita su número máximo a 12. Otro factor a tener en cuenta es que no se podrán poner mesas donde haya árboles, farolas, pasajes o edificios públicos, por lo que algunos locales se ven ya obligados a colocar su terraza a 15 o 20 metros de distancia.

Tampoco se ha tenido en cuenta que el 70% de las terrazas están comprendidas en la zona central de la Rambla. Así, esta medida no afectará en absoluto a algunos de los locales que ya se ajustaban al número de mesas permitido, mientras que otros, como Can Toni o El Tío Ché, con una estructura empresarial ya consolidada, verán reducidos sus ingresos drásticamente.

“De 17 establecimientos que éramos en el año 2.000 hemos pasado a ser casi setenta, pero la rambla no se ha hecho más grande y en ese espacio hemos de caber todos”, dice Tere Moreno, cuarta generación al frente de El Tío Che, la centenaria horchatería de la Rambla, pero matiza: “Tal vez no se debería tratar igual a un local que hace 30 años que está y a otro que ha traspasado una tienda de ropa de toda la vida para poner un bar de copas; al final la rambla se está llenado de negocios que no dan caliu, y la esencia del barrio se va a perder completamente”.

La rambla de Poblenou todavía no es considerada zona de turismo de borrachera, pero algunas plataformas vecinales han alzado su voz contra la masificación turística que amenaza con transformar el barrio. “Stop massificació turística”, o “Veïnes en traspàs”, son algunos de los mensajes que pueden leerse en los carteles que cuelgan de los balcones.

“Aquí no hay turismo de borrachera, el Poblenou es un barrio familiar, pero el reparto de terrazas puede ser perjudicial, porque fomenta que los restaurantes no tengas mesas  y los bares de copas sí”, declara Tere Moreno, y pone un ejemplo: “Hay un restaurante de la zona que va a pasar de 20 mesas a 8, mientras que los dos bares de copas que tiene al lado les han dado 8 a cada uno”.

Quique Castro

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