El conflicto con las terrazas 2
“Nada de lo que hemos
hecho ha servido, y por primera vez en mi vida no sé cómo se va a dar la
temporada, trabajaremos como podamos y, si no salen los números, hasta aquí
habremos llegado después de 105 años”, concluye Tere Moreno, visiblemente
emocionada.
Al mismo tiempo otros grupos
vecinales como Fem Rambla se lamentan de que estas medidas no sean más
restrictivas. “Reivindicamos para toda la ciudad un horario de terrazas de
08.00 a 23.00 de domingo a jueves y de 08.00 a 24.00 los viernes, sábados y
vísperas de festivos”, proponen en comunicado oficial publicado a través de su
página web.
En palabras de Jaume
Badenes, presidente de la Asociación de vecinos de Poblenou: “Este es un
problema de convivencia y de preservar la esencia del barrio. Al final todo son
bares y comercio para el turista, y nosotros queremos evitar que la Rambla de
Poblenou se acabé convirtiendo en un paseo sin identidad como la Rambla de
Barcelona”. Opinión similar a la que sostiene Pere Mariné, miembro del
colectivo de Fem Rambla, que afirma: “Si seguimos así nos acabaremos
encontrando una Rambla donde el 80% de los establecimientos no sean para los vecinos,
sino para los turistas”.
Por fin, tras años de
negociaciones y varias prorrogas, 2017 había de ser el año en que el asunto de
las terrazas de Barcelona quedara zanjado definitivamente. Sin embargo algunos
hosteleros del barrio se muestran preocupados ante el futuro incierto que les
depara la nueva ordenanza.
“Ha sido una negociación
dura, pero hemos conseguido un equilibrio que pensamos que es bastante
aceptable. Según nuestro punto de vista, es absurdo destinar la práctica
totalidad del espacio público a la restauración. Al final tendremos una Rambla
de calidad para uso ciudadano, el objetivo es este, y la ordenanza lo permite”,
concluye el presidente de la Asociación de Vecinos.
Toni Ramos, presidente de
la Asociación de hosteleros de Poblenou, tiene un punto de vista radicalmente
opuesto y afirma que: “Estamos de acuerdo con reducir las mesas y repartirlas,
pero esta es una norma criminal impuesta por decreto, no han hecho caso a
ninguna de nuestras propuestas”, y continúa: “Tenemos buena voluntad y nos
preocupa el barrio, hace dos años nos reuníamos continuamente con Fem Rambla y
con la Asociación de Vecinos, pero desde que está el Gobierno actual no tienen
necesidad de negociar porque el Gobierno y la asociación son la misma cosa”.
La Asociación de Vecinos
y la Asociación de Hosteleros tienen un objetivo común, y es que la Rambla de
Poblenou no se convierta en un paseo sin identidad como ha ocurrido con la
Rambla de Barcelona, solo que para ello proponen medidas diferentes. Para la
Asociación de Vecinos hay que limitar las terrazas para generar espacios de
convivencia y que la rambla no acabe siendo un paseo de bares y supermercados
24 horas para turistas. Para la Asociación de Hosteleros limitar el número de
mesas hará que suban los precios, lo que sustituirá a los clientes del barrio
por turistas más adinerados, y los locales de toda la vida tendrán que cerrar
para que su lugar sea ocupado por bares de copas o franquicias.
Otro punto en el que
coinciden Jaume Badenes y Toni Ramos es que el turismo ha sido positivo y que
el barrio ha mejorado mucho, pero que la gente del barrio cada vez lo tiene más
difícil para permanecer en él. “Poblenou era un barrio de ratas y camiones,
nadie lo quería. Ahora el barrio es divino para vivir, para trabajar, para descansar,
pero ya no es Poblenou, a la gente autóctona la están echando”, conviene Toni.
Sin embargo el presidente
de los hosteleros cree que no habría que limitar este turismo, mientras que el
representante vecinal entiende que existe una relación entre turismo y la
subida directa del precio de los alquileres. Los turistas contribuyen a poner
de moda el barrio, y los propietarios de los inmuebles prefieren destinar sus
viviendas a alquileres de corta estancia, mucho más caros y mucho más
rentables.
Barcelona en Comú
pretende evitar la privatización sistemática del espacio público y hacer del
barrio un espacio vivible para todos, por lo que ha dado la razón a la
Asociación de Vecinos. Sin embargo los precios de la vivienda y los alquileres
no han dejado de subir, tal vez, dentro de unos años, ya nadie recuerde que
hubo un día en que las chimeneas de Poblenou echaban humo, y sus nuevos vecinos
crean que no son más que otro ornamento más o menos original.
Quique Castro.
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