lunes, 2 de febrero de 2015

Cayetana de Alba: Grande (evasora fiscal) de España.

Hoy nos hemos enterado por la revista Interviú de que la duquesa de Alba defraudó a Hacienda, de que era una evasora fiscal. A pesar de ser una de las personas más ricas de España -su patrimonio estaba valorado en más de 3.200 millones de euros- la declaración de la renta le salía a devolver, y aunque presumía siempre de su amor por Andalucía y por Sevilla no tenía ningún problema en pagar sus impuestos en Madrid, porque eso le salía más barato, lo que en principio no es ilegal, pero sí muy hipócrita.

Esta señora, ya lo sabemos todos, era habitual del "Libro Guinness de los Records" por ser la que más títulos honoríficos contaba en su haber en todo el mundo, esos que los reyes daban en la Edad Media a los caballeros que se portaban bien en las batallas y que ahora sirven para heredarse y para alimentar a una cohorte de pelotas de medio pelo como Alfonso Ussia, experto en doblar el espinazo y lamer traseros reales. Por cierto, no sé si lo sabéis, pero hay unos premios con su nombre, de verdad, que entrega cada año el diario La Razón. Sé que suena muy lisérgico, pero así es, y el preciado galardón en su modalidad de Premio Honorífico (porque cuenta con varias categorías), fue para Cayetana Fitz-James Stuart, de los Estuardo de toda la vida.

Ay, Ussia, tú que irónicamente felicitabas a Juan CarlosMonedero en tu concurridísimo video-blog por haber inventado “la empresa sin empleados”, ¿qué dirás ahora que se ha descubierto que tu premiada blanqueó 200.000 en la red de Gao Ping? Supongo que enderezarás el raquis (puedo oír el crujido desde aquí) y correrás a retirarle el premio, supongo también que a la evasora se le retirará el título de Hija Adoptiva de Sevilla, y el de Hija Predilecta de Andalucía (cómo serán los hijos díscolos).

Porque tan patriota era la duquesa, pero tanto, que además tenía una cuenta en un banco suizo. “Déjales a los andaluces tus bailes y tu gracejo andalú, y a nosotros tu dinero”, debía pensar el director de la sucursal. Y así, cada vez que salía a la calle, el populacho hispano, espontaneo y culto como es, la vitoreaba con sus “vivas” y sus “guapa”.

Qué pena que se paralizara la investigación, ministro Montoro, justo hasta después de que la grande de España finara. Ahora espero verte salir en la tele con la vara de castigar con la que has querido zumbarle a Monedero y se la apliques a sus herederos, a los que, ya se sabe, no se les podrá imponer ninguna sanción.

Quique Castro.