jueves, 31 de mayo de 2012

El transformista II


            -Y que lo diga. Me habían enviado a Madrid para una reunión de trabajo, era de noche y caminaba por la calle con un colega al que acababan de presentarme. Íbamos charlando, creo que de fútbol. Entonces el hombre empezó a revolcarse por el suelo como si le hubiera dado un ataque, y hacía así como GRUMPH GRUMPH, y se tiraba del nudo de la corbata.
-Y este colega suyo, ¿de dónde era?
-Él es de Madrid, es el representante de la zona centro.
-Y dice que estaban hablando de fútbol y que entonces su colega se tiró al suelo presa de un ataque de ira –el doctor Rovira creía estar atando cabos.
-Así fue.
-Y dígame, ¿usted es del Barcelona o del Español?
-Del Barcelona.
-Ya veo, según lo que me está contando, puede que la reacción de su colega entrara dentro de la normalidad. El Madrid, el Barcelona… cualquier hincha del Madrid se tiraría por el suelo pataleando.
-Cierto, doctor, pero creo que su reacción no tenía que ver con el fútbol.
-De acuerdo… ¿y qué más pasó?
-Pues pasó que me agaché, doctor, para ver que le pasaba, por si le estaba dando un infarto o por si se había atragantado o le había sentado mal algo de la comida… Tengo una prima que es alérgica al queso y una vez se tomó unos ganchitos que no sabía que eran de queso y se puso fatal, pero la verdad es que no se revolcó por el suelo ni nada de eso, sólo se le puso la cara roja y tuvieron que ingresarla.
-Alergia al queso, vaya vaya.
-Tuve miedo doctor. Ese hombre que caminaba a mi lado demostraba tanto aplomo unos minutos atrás, y ahora… En la reunión llevaba la voz cantante, ya sabe, modelo ejecutivo ingenioso, tipo gay dominante.
-¿Perdón?
-Gay dominante, doctor. De esos que no se cortan un pelo por tener pluma y que a la gente les hacen mucha gracia.
-Sí, y que por eso todo el mundo piensa que son sensibles y tienen mucho carácter –reflexionó el doctor Rovira en voz alta-. El clásico macho Alfa-G.
-Si usted lo dice, doctor.
-Pero siga, siga.
-Sí, bueno. Ahí estaba, en medio de la calle, revolcándose y gimiendo como si le diera un ataque, y entonces empezó la transformación.
-¿En hombre lobo?
-Como se lo cuento doctor. Yo no sabía qué hacer. En fin, sé hacer la respiración artificial, ¿pero de qué hubiera servido?
-De nada, supongo.
-Como mucho para que me arrancara la cabeza de un mordisco.
-Y entonces le atacó.
-Pues sí, y… -el señor Pujol se detuvo y esquivó la mirada del doctor; hacía enormes esfuerzos por no llorar.
-Tranquilícese, señor Pujol, no sé qué mal le aflige, pero le aseguró que vamos a hacer lo posible por ayudarle, ahora cálmese y siga con el relato de los hechos, es muy importante que se libere, que se suelte.
-Sí, doctor, tiene razón.
El doctor Rovira sacó un pañuelo de papel y se lo alcanzó al señor Pujol.
-Gracias.
-Me decía que fue entonces cuando le atacó. ¿Fueron heridas muy graves, algo irreparable?
-No, no, usted no entiende…
-Dígame entonces usted, señor Pujol, por favor, siéntase libre, recuerde que está en la consulta de un médico y que lo que me cuente no saldrá de estas paredes.
-Ya me había dado cuenta de cómo me miraba durante la reunión.
-¿Eran miradas… hostiles?
-No, no eran hostiles, eran miradas de apetito, de hambre.
-Quería devorarle.
-Bueno, podríamos decir que sí.
-Me temo que va tener que ser un poco más explicito.  –El doctor sacó con disimulo un Sugus del bolsillo de su bata, lo desenvolvió bajo la mesa y se lo llevó a la boca. Hacía meses que estaba tratando de dejar los Sugus.
-Eran miradas de deseo, doctor.
-Deseo carnal…
-Muy carnal, doctor, muy carnal. Cuando la transformación hubo concluido, lo que había sido mi colega era ahora una bola de pelo en posición fetal que gruñía. Entonces, aquella mole pavorosa se puso en pie poco a poco, me clavó los ojos y se puso a aullarle a la luna.
-¿Y qué hizo usted?
-¿Yo?, lo único que se me ocurrió hacer, rezar.
-Creyó que había llegado su fin.
-Y a veces creo que hubiera sido lo mejor, doctor.
-Y tuvo lugar el ataque.
-Así es. Aquella bestia se acercó a mí, separó los brazos, larguísimos y peludos, y luego los fue cerrando a mi alrededor. Y cuando me tuvo a su merced… me besó.

                                                                        CONTINÚA MAÑANA

miércoles, 30 de mayo de 2012

El transformista I


         -Doctor, soy un hombre lobo –dijo Óscar Pujol.
-¿Y hace mucho que esto le viene pasando? –le preguntó el doctor Rovira.
-Bueno, no. No mucho –dijo el señor Pujol-. Desde el ataque.
-Ya. Bueno…
Ninguno de los dos sabía cómo seguir. Al señor Pujol le daba vergüenza continuar y el doctor Rovira esperaba que su paciente siguiera hablando para lograr encajar la psicopatía en algún rango determinado.
-No sé cómo… en fin -dijo el señor Pujol.
-Bueno, bueno –dijo el doctor-, me hago cargo, no se apure.
-Es que me da un poco de vergüenza.
-No, no, qué tontería –sonrió el doctor-. Voy a darle un pase para el psicólogo.
-¿Al psicólogo?
-Sí, bueno, podrá ubicar mejor su patología.
-En el fondo lo de ser un hombre lobo no es el problema.
-No, ja ja –se rió el doctor.
El señor Pujol no sabía de qué se reía el doctor, pero optó por sonreír también, a fin de cuentas era el médico y sabría lo que se hacía.
-No está tan mal, ¿sabe? El sentimiento de vitalidad es enorme, casi adictivo –siguió. El doctor Rovira quería aguantarse, pero se le escapó la risa y comenzó a troncharse delante de su paciente.
-Lo siento, le pido mil disculpas –dijo, pero aunque trataba de mantener la compostura no podía evitar reírse. La risa sincera del doctor se le contagió al señor Pujol, de natural afable y empático cuando estaba en modo humano.
-Doctor –dijo al fin-, lo cierto es que me siento contrariado.
-Me hago cargo –dijo el doctor, y no pudo seguir hablando porque la risa volvió.
-Son sólo las noches de luna llena, pero al día siguiente me siento fatal, sobre todo por mi mujer.
El doctor hizo un esfuerzo sincero por serenarse. Detrás de cualquier perturbación mental siempre había un drama personal y familiar. La aflicción y la vergüenza por su anterior comportamiento le ayudaron a sobrellevar la consulta con dignidad. Por ridículo que le pareciera, aquel hombre era su paciente, y sufría.
-Le pido disculpas, señor Pujol. Le ruego que me perdone, entienda que suena tan…
-Me hago cargo –dijo Pujol-, la gente suele tomarme a cachondeo al principio porque no me creen y piensan que estoy chalado o que quiero llamar la atención, pero no estoy chalado.
-Ese es un término que nunca usaría –El doctor podría haberle despachado sin más, como tenía pensado hacer en un principio, pero aunque le esperaba una mañana complicada con un desfile interminable de pacientes, se decidió a darse un tiempo para escuchar al curioso personaje que tenía delante.

-Ser un hombre lobo no está tan mal –como le decía-, lo malo es que creo que el hombre lobo que me creó… no era muy hombre, y eso también ha acabado por afectarme.
El doctor Rovira tardó unos segundos en reaccionar.
-Perdón, usted dice que…, el hombre lobo que le creo a usted…
-Sí, eso, el que me creó a mí… Bueno, como ya sabrá, para que alguien se convierta en hombre lobo, tiene que haber sobrevivido al ataque de otro hombre lobo.
-Lo cierto es que ignoraba este punto.
-¿Lo ignoraba? –dijo Óscar Pujol, al que extrañaba que todo un doctor desconociera algo que hasta un chiquillo sabía.
-Lo ignoraba, sí, así es. Si le soy sincero, no tenía la más mínima idea, pero lo encuentro la mar de interesante.
-Pues así es. Si un hombre lobo le atacara, doctor, lo más seguro es que le matara y le comiera, hágase cargo.
-Entiendo, entiendo, sin duda se trataría de una situación harto compleja -dijo el doctor, que no tenía ni idea de lo que le hablaba su paciente, aunque seguía intrigado.
-Claro, pero el caso es que yo sobreviví.
-Debe usted considerarse un hombre afortunado –señor Pujol.
-No sabría que decirle doctor, si me considerase afortunado no hubiera venido a su consulta.
El doctor Rovira se enderezó incómodo en su sillón.
-Quiero decir... ahora no me siento afortunado, me siento desdichado y avergonzado, pero cuando me convierto en hombre lobo me siento…
-Liberado –se aventuró el doctor, que ya imaginaba con qué tipo de paranoia esquizoide se las veía.
-¡Exacto, doctor! ¡Empieza usted a verlo!
-Y ese ataque, ¿cuándo se produjo?
-Bueno, hará medio año, más o menos.
-Eso son unas cuantas lunas llenas.



                                                                                   CONTINÚA MAÑANA.

domingo, 27 de mayo de 2012

Esperanza Aguirre, el fanatismo peligroso


La crisis ha llevado a los ciudadanos de este país a un estado político depresivo según el cual somos los responsables de todo lo que ha ocurrido y nos merecemos todo lo que nos pase. Pero eso no es justo, si es que la justicia importa en un mundo en el que sólo impera la ley del consumo. Los ciudadanos no podemos dejarnos intimidar, hay que seguir protestando y hay que llamar a las cosas por su nombre. ¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando los ciudadanos a este gobierno parafascista, intimidante, procaz e inepto?

Jorge Fernández Díaz, ministro de Interior, afirmó estar preparando una serie de cambios legales, por propia iniciativa, para que convocar manifestaciones por Internet sea considerado delito. Esperanza Aguirre se ha sumado con sus declaraciones a esta guerra declarada del PP contra la libertad de expresión.

Lope de Aguirre, interpretado por Klaus Kinsky en la película de Werner Herzog “Aguirre, o la cólera de Dios”, acaba enloquecido en una balsa a la deriva rodeado por una jauría de monos. Así exactamente veo a esta otra Aguirre, Esperanza, visionaria enloquecida de poder que quiere acallar a las masas al estilo de un reyezuelo tercermundista, siendo aplaudida por la chusma mediática más retrógada y beligerante.

Sólo hay dos opciones, que sea tan zopenca como para creerse sus declaraciones acerca de jugar la final de la Copa del Rey en campo cerrado, lo cual es harto probable, habida cuenta del sujeto con el que nos las estamos viendo, o que lo hiciera para crear una cortina de humo que ocultara de las masas el desagradable escenario económico al que la gestión de Rodrigo Rato y sus amigos han llevado a Bankia, y que supondrá una nueva merma a las arcas del Estado para reponer lo que han perdido una jauría de facinerosos sedientos de ambición.

En todo caso, la torpeza y mala fe de la presidenta no conocen límites, y con sus declaraciones pudo haber enardecido premeditadamente a una masa que no destaca precisamente por su sentido crítico, y no me refiero a los aficionados al fútbol, sino a los aficionados a la discordia y al comportamiento incívico. Si a eso añadimos la “estratégica” decisión de autorizar ese mismo día una manifestación de la ultraderecha en Madrid, podemos estar agradecidos de que no haya sucedido nada grave. Ignoro si Esperanza Aguirre estará agradecida o no, pero lo que sí sé es que ella hubiera sido en parte la culpable de cualquier desastre que hubiera ocurrido por haberlo incitado con sus declaraciones irresponsables, torpes y soberbias.

Por otro lado, peor suele ser mejor para el PP, y como buen animal político seguramente había previsto con maquiavélico cálculo que una buena gresca y las trifulcas del populacho enfebrecido jugarían a su favor, ya que le hubieran brindado de nuevo la posibilidad de identificar a los incívicos con los que simplemente protestan porque están en su derecho.

Quique Castro.

viernes, 25 de mayo de 2012

Rodrigo Rato (o cómo premiar el fracaso), por Miguel Castro


El principal reto que se le planteaba a Rodrigo Rato cuando accedió a la cartera de economía en el año 96, era trazar las líneas maestras de un plan que concluyese con el cumplimiento por parte de España de los criterios establecidos en el Tratado de Maastricht para acceder a la Union Monetaria del Euro. Dichos criterios se basaban en tres pilares:

1. Reducción del déficit público;
2. Reducción del porcentaje de deuda pública en relación con el Producto Interior Bruto.
3. Rebaja de la inflación.

Dos años y tres meses más tarde de la investidura del Gobierno, los objetivos se habían cumplido y el Consejo Europeo decidió por unanimidad la inclusión de España dentro de los 11 países que inicialmente compondrían la Union Económica y Monetaria.

Este aparente triunfo, dejó tras de sí un reguero de consecuencias negativas para el común de los ciudadanos:

1. Se aumentó notablemente la presión fiscal de las clases medías y bajas: mientras que a la clase alta se le rebajó en un 6%, se congelo el sueldo de los funcionarios.
2. Se redujo el poder adquisitivo en un 4%  único país de la Unión Europea en que descendió—.  
3. El Salario Minimo Interprofesional se situó en tan sólo un 34% del salario medio del país (la recomendación europea era del 60%).
4. Severas políticas de austeridad y recorte de inversión tanto en educación como en sanidad, dos pilares fundamentales del llamado “Estado del bienestar”.

Pero si a medidas controvertidas del Gobierno de Aznar nos referimos, tres se llevan la palma: 

1. Flexibilización del mercado de trabajo,
2. Política de privatizaciones de empresas públicas.
3. Ley del suelo de 1998.

Lo que en su día se conoció eufemísticamente como “flexibilización laboral”,  fue en toda regla una precarización de los trabajadores. Las consecuencias fueron estas:

1. Se redujo la indemnización por despido improcedente.
2. Los empleos temporales se multiplicaron hasta cifras desorbitadas —un 250% más, que la media de la Unión Europea—.
3. Los “empleos basura” ligados fundamentalmente a la construcción y al sector de la hostelería fueron la base de la bajada del paro, y los que primero afectó la crisis actual.

Otra medida impulsada por Rodrigo Rato, fue la venta de empresas públicas como Repsol,  Telefónica, Endesa, Tabacalera, Argentaria, Red Electrica Española y un largo etcétera, esta privatización masiva  fue la base de la reducción del déficit.

En las cúpulas directivas de dichas empresas situaron a gente muy afín al Partido Popular —denominados por el Financial Times, como “Rodrigo Rato's friends” (amigos de Rodrigo Rato)— para seguir influyendo en estos emporios estratégicos, una vez privatizados. Gente como Juan Villalonga (Telefónica) compañero de pupitre durante el Bachillerato, e intimo amigo de Aznar —ahora parece que distanciados—, Rodolfo Martín Villa (Endesa)  procedente del Sindicato Vertical franquista y miembro de la Ejecutiva Nacional del PP,  Miguel Blesa (Repsol) íntimo amigo amigo de Aznar, amistad forjada cuando ambos opositaban a Inspectores de Haciendca, Vicente de La Calle (Tabacalera) amigo personal de Rato etc..

La mayor parte de estos gestores, cuando las empresas completaron el proceso de privatización, multiplicaron sus sueldos y tejieron una amplia madeja de influencias para perpetuarse en el poder. Lo correcto habría sido, que una vez que se hubiese completado el proceso de privatización hubiesen dimitido, dejando a los accionistas elegir libremente un nuevo consejo de administración, al margen de la política.  

La Ley del suelo de 1998 aprobada por el Gobierno popular, introdujo un elemento clave, que es en teoría, la agilización de trámites para que “todo aquel suelo que no sea susceptible de protección natural, ambiental, histórica o paísajística pueda ser urbanizado”,  al corresponder a los Ayuntamientos las competencias urbanísticas de otorgar los permisos de edificación, sin que  haya unos criterios objetivos, claros y trasparentes, esta liberalización del suelo,  fomentó el pago de sobornos, la corrupción  y el aumento de los pelotazos inmobiliarios. En tan sólo 4 años el precio de la vivienda se disparó un 30% y la dependencia del sector constructivo, en la generación de nuevos empleos fue claramente en aumento.

Por lo tanto podemos concluir que la gestión de Rodrigo Rato al frente del Ministero de Economía se salda con unas cifras macroeconómicas notablemente buenas  —empleo, deficit, inflación— , detrás de las que se esconden unos cimientos muy endebles, basados en la generación de un empleo precario y poco poco productivo, además de un empobrecimiento del Estado del bienestar y un aumento de la corrupción y los pelotazos urbanísticos

Tras concluir sus dos legislaturas al frente de la cartera económica, accedió a la Presidencia del Fondo Monetario Internacional, puesto que desempeño entre los años 2004 y 2007. El balance al frente del organismo no puede ser más desalentador, un informe auditor elaborado por el  propio Fondo, en concreto por la Oficina de Evaluación Independiente concluye lo siguiente: “El FMI no pudo anticipar la crisis, su ritmo ni su magnitud, y en consecuencia no pudo advertir a sus miembros”  “se confió excesivamente es la solidez y la resistencia de las grandes instituciones financieras, y en las prácticas llevadas a cabo por los principales centros financieros”, estos errores se debieron a “un elevado grado de pensamiento de grupo, una captura intelectual y un pensamiento generalizado de que una gran crisis financiera en las economías avanzadas era improbable". "Una gobernanza interna débil y una cultura institucional que desalienta visiones contrarias, también jugaron un papel importante”.

Como premio a su “esplendorosa” carrera se le nombró presidente de Caja Madrid, que tras la fusión con otras 6 cajas de ahorros se convirtió en la cuarta entidad bancaria del país, se le asigno un sueldo de 2,34 millones de euros y tras dos años y medio en la presidencia, se vio obligado a dimitir tras conocerse que Bankia tendría que recibir entre 7000 y 10000 millones de euros  de dinero público, para paliar su gran exposición al sector inmobiliario y promotor (ahora se sabe que serán 20.000 millones, y ”lo que haga falta”, que saldrán, otra vez, de nuestros bolsillos). Lo que en su día sustentó su gran “triunfo” político, la especulación inmobiliaria, se convirtió en su tumba como “gurú” de las finanzas.








miércoles, 23 de mayo de 2012

El diablo es devoto



No pongo en tela de juicio la existencia de Dios. Yo creo, igual que podría no hacerlo. Lo que cuestiono es a la religión, a todas las religiones. Creer en Dios es un acto íntimo, la religión es una cuestión social que nos afecta a todos. Con respecto a la existencia del diablo no lo tengo tan claro, pero una buena prueba de su existencia podrían ser las religiones, y concretamente las declaraciones de sus representantes por el Orbe todo. Imagino a Satanás con la mano metida debajo de la sotana del obispo de Alcalá para regocijo de este, cual marioneta, haciendo lo que mejor sabe, sembrar discordia y odio.

Rouco-Varela tampoco decepciona, y si no atención a sus últimas declaraciones en defensa del obispo de Alcalá, en las que se muestra muy preocupado por la separación de poderes entre el Estado y la Iglesia. "Ninguna institución humana está legitimada para juzgar y, menos aún, impedir que se enseñen los contenidos de la doctrina católica (…) Cuando tal juicio e intento de conculcar la libertad religiosa procede formalmente de una institución política, se produce una triste e intolerable violación de los derechos humanos y del principio de separación Iglesia-Estado".

Es decir, que la Iglesia puede predicar su doctrina aunque sea dañina, homófoba y atente contra los derechos de las personas, pero el Estado no está legitimado para pararle los pies porque las leyes del Estado son cosa humana, y la doctrina de la Iglesia es cosa divina. Después de las declaraciones de este ministro de sí mismo, ve y dile ahora a un fanático de la ablación o a un aficionado a la poligamia con menores que debe respetar los derechos constitucionales y la legalidad vigente. Te dirá lo mismo, que las leyes humanas no han de interferir en los retorcidos gustos de su dios.

No se le ve tan preocupado a Rouco por la separación entre el Estado y la Iglesia en todo lo concerniente al concordato de 1979, según el cual la Iglesia está exenta de impuestos sobre inmuebles (Artículo IV.A), exenta de impuestos sobre la renta y el patrimonio (Artículo IV.B), exenta del pago del IVA para objetos destinados al culto (Artículo III.C)… etc. Bueno sería que este principio de separación entre el Estado y la Iglesia al que apela el vil purpurado se hiciera efectivo.

Por lo que a mí respecta la Iglesia católica no merece ningún respeto, como no lo merece ninguna otra religión, ya sea el islamismo, el judaísmo, la cienciología… Me merecen respeto sus seguidores, eso sí, en tanto que víctimas, y respeto también su libertad para asociarse y venerar todo aquello que deseen siempre y cuando no vaya en detrimento de los derechos sociales conquistados, por lo general a su pesar.

Todo lo que de bueno pueda ofrecer cualquier religión; la bondad, la caridad, el perdón… o de malo; el separatismo, la razón absoluta, la necesidad de convencer, la verdad revelada… son rasgos propios de la especie humana, sea cual sea su origen étnico. El resto son pinceladas culturales más o menos descabelladas, mitología pintoresca, simbología y representaciones. En cierta medida la religión existe por la necesidad que tenemos de explicarnos el fin último de nuestra existencia, el sentido de la vida, pero también por nuestra condición de seres gregarios. La religión es consecuencia de la naturaleza humana, no de la revelación divina.

Iniciar a un hijo en una religión para que alcance determinados valores es un absurdo. No es necesario un dios, sean cuales sean sus “especificaciones”, para decirle a un niño que no debe hacer lo que no le gustaría que le hicieran, recordarle que debe ayudar al prójimo o enseñarle a perdonar.

Mucho más seria e interesante me parece la doctrina del pastafarismo. El pastafarismo, conocido también como religión del Monstruo Espagueti Volador, surgió en los Estados Unidos como protesta por las pretensiones de los grupos ultraconservadores durante los mandatos de George W. Bush, cómo no, de igualar el creacionismo a las teorías evolutivas. Básicamente se amparaban en que no se puede demostrar que Dios no haya creado el mundo, y por ello pedían su enseñanza en las escuelas. Fue entonces cuando un tal Bobby Henderson, licenciado en física en la Universidad de Oregón, creo la religión del pastafarismo y, amparándose en los mismos argumentos, escribió una carta al Consejo de Educación del Estado de Kansas solicitando su enseñanza en las escuelas.

Según el pastafarismo el mundo ha sido creado por un amasijo de espaguetis con albóndigas, y hasta hoy nadie ha podido demostrar que esto no sea cierto.

En realidad, con o sin religiones, seguiremos sufriendo a personajes de tan baja estofa como Rouco Varela, el obispo de Alcalá, el Imán de Terrassa y tantos y tantos otros, porque no son ni más ni menos que el producto condensado de todo lo que de perverso e innoble tiene el ser humano. Las bellacas declaraciones de estos seres esperpénticos son el producto de unas mentes enfermas de miedo y de unos espíritus retrógrados y dañinos. Apelan a lo peor del ser humano, y lo hacen del modo más obsceno, esto es, amparándose en el bien y en preceptos divinos de los que sólo ellos son depositarios, cada uno del suyo, eso sí, porque curiosamente las manías de sus dioses van cambiando a medida que nos desplazamos en latitud y longitud. Apelan, como digo a lo más oscuro de nuestra naturaleza, y lo peor es que encuentran respuesta.

Y es que la maldad es un atributo muy humano





lunes, 21 de mayo de 2012

Yo maté a mi mejor amigo

Hacía años que Jorge no entraba en una iglesia, le horrorizaban. Aún así, no tenía miedo de que ningún rayo justiciero cayera sobre su cabeza. Si Dios existía, no entendía porque dejaba que existieran lugares como aquel. Se sentía furioso y sólo quería permitirse el lujo de darse una buena pataleta.

Con aire contrito pero satisfecho, la anciana se santiguó y se levantó con dificultad para ir a cumplir la penitencia impuesta. El sacerdote abrió la puerta del confesionario pero Jorge se anticipó.

-Padre, si no le importa. -El sacerdote no se esforzó en disimular las pocas ganas que tenía de seguir allí metido, aún así, le intrigó aquel muchacho por su juventud y porque no recordaba haberle visto antes. Por eso volvió a meterse en el confesionario y abrió de nuevo la reja de madera.

-A ver, dime.

-Padre, he matado a mi mejor amigo.

-¿Qué has dicho?

-La verdad, no sé cómo se lo montan, pero ustedes siempre se equivocan en todo. Por cierto, Ave María purísima.

-¿Qué dices que has hecho? –preguntó el sacerdote con una mezcla de nerviosismo y malestar

-Ya se lo he dicho Padre, he matado a mi mejor amigo, aunque la verdad es que no me arrepiento ni lo más mínimo.

-Si no te arrepientes, ¿para qué vienes aquí?

-¿Prefiere que me vaya?

El sacerdote era un tipo duro.

-Me da igual lo que hagas. Si no te arrepientes, sí, es mejor que te vayas.

-Nadie puede resistirse a una buena historia, padre. Deje que le cuente. –El sacerdote se había jugado un farol, pero sabía que no podría irse hasta haber escuchado lo que aquel joven tenía que contarle-. Verá, hará cosa de seis meses que Fermín se quedó tetrapléjico. Fermín era mi mejor amigo-. A través de la celda de madera se escuchó la respiración concentrada del sacerdote, que apoyó la frente en su mano derecha en un gesto que a Jorge le pareció sacado de una película-. Fue en un accidente de quad, ya sabe, las motos esas de cuatro ruedas, ¿sabe lo que le digo?

-Sí, lo sé. Sigue, por favor.

-Susana, la mujer de Fermín, salía de cuentas en dos meses cuando ocurrió todo. Imagínese el percal. Una putada de las gordas, padre.

-Una de las grandes -dijo el sacerdote, al que, definitivamente, no le gustaba la forma en que aquel joven le llamaba padre.

-Ya sabe por dónde voy, ¿a que sí, padre? Pues eso, que Fermín no quería seguir viviendo. Sí, claro que quería ver a su hijo, pero ¿puede usted imaginarse lo que es estar tumbado en una cama sin poder mover nada más que la cara? Yo no. He pensado mucho en ello, pero no soy capaz, ¿y sabe por qué? Porque cuando yo salía de aquella habitación y caminaba por los pasillos del hospital con la garganta agarrotada, Fermín seguía allí postrado, y seguiría para siempre.

-¿Lo has hecho de verdad?

-¿Quiere decir que si le he matado? Pues claro. Los dos mayores deseos de Fermín eran ver a su hijo y morir. Decía que no quería que su mujer tuviera que cuidar de dos bebés.

-No tenías derecho a decidir sobre una vida, eso sólo puede hacerlo Dios.

-¿Y eso quién lo dice?

-Lo dice la Iglesia.

-Padre, creo en Dios demasiado como para creer en ninguna religión y en ninguna iglesia. Ustedes dicen que Dios desaprueba la eutanasia, yo digo que a Dios la eutanasia le parece genial y creo que ninguno ha tenido el gusto de hablar con él.

-¿Cuándo ocurrió?

-Bueno, está todo bastante reciente. La semana pasada.

-Dios mío, ¿qué has hecho?

-Ellos le dieron aquella silla que podía mover con la boca y todos parecían estar entusiasmados con la idea. Yo también, claro, queríamos animarle. En realidad me recordó un poco a cuando se compró el quad. Pero yo sabía lo que pretendía Fermín porque me lo había dicho. Me dijo que el día que le dieran esa silla sería el último día de su vida. No fue exactamente así, pero más o menos.

-¿La policía lo sabe?

-Lo sospechan. Todos lo sospechan, pero eso no tiene demasiada importancia. Fermín era mi mejor amigo, yo lo quería. Si tengo que pagar el precio, lo haré; me gusta pensar que él habría hecho lo mismo por mí. Aquel domingo llegué a su casa y vi cómo se despedía de su mujer y de su hijo. No quiera imaginarse la escena, padre. Su mujer le llenó la cara de besos y le acercó a su hijo para que lo besara. “Acércamelo más” dijo Fermín. Susana se lo acercó y Fermín respiró hondo, “es el mejor olor del mundo”, dijo. Luego me llevé a Fermín a la montaña. En realidad no hice nada, sólo le puse en su silla y buscamos un llano donde pudiera rodar con facilidad hasta el final, nos fumamos un cigarrillo y charlamos un poco. Luego me di la vuelta y me fui a mear detrás de un árbol. Dijo que aquel era el mejor día desde que había tenido el accidente.

viernes, 18 de mayo de 2012

El voto del paleto



El voto del paleto es el voto del que cree que la crisis es culpa del partido que gobernaba en su país y, por lo tanto, en cuanto llegan las elecciones vota a la oposición absolutamente convencido de que así se arreglará todo,  no importa de qué signo sean unos u otros. Ha ocurrido en Grecia, en Italia, en España y acaba de ocurrir en Francia. Hay que decirlo claramente, todos estos gobiernos son responsables de la crisis por permitirla, pero no son los que la han causado.

Los causantes de la crisis son los mercados, de los cuales formamos parte los ciudadanos, pero los ciudadanos no tenemos capacidad de decisión, sólo somos la mano de obra generadora de recursos económicos de los que estos mercados se alimentan. Somos los títeres de un juego cuyas reglas desconocemos y que se juega en la bolsa y en los bancos. Los ciudadanos de a pie transitan por la senda económica que dicta la realidad, una realidad impuesta mediante una ingeniería financiera que desconocen. Los ciudadanos no tenían porque saber que se avecinaba una crisis, por eso, quienes la justifican diciendo que vivíamos por encima de nuestras posibilidades incurren en un gran error.

Bearn Sterns, Goldman Sachs, Lehman Brothers… se hicieron millonarios vendiendo valores que ellos mismos consideraban basura. ¿Cómo lo hicieron? Entre otras cosas gracias a que tres de sus miembros fueron secretarios de estado del tesoro en EE.UU., y con todo su poder presionaron al gobierno de los EE.UU. para que cambiara las leyes que regularizaban su economía y así permitirles jugar con un mayor riesgo financiero.

Una vez lo consiguieron permitieron y animaron a la gente a que hipotecara y rehipotecara sus viviendas una y otra vez, y estas deudas fueron agrupadas en paquetes que se vendieron a los bancos europeos. Es decir, que tu banco te vendió a ti, o a tu abuela, activos tóxicos que no valían nada. Estas agencias de inversión sabían que colocaban mercancía podrida, pero la vendieron igualmente porque la calificaban como de la mayor calidad, y así ganaron billones de dólares. ¿Pero qué pasó? Pues que el americano al que animaron a hipotecarse hasta las cejas dejó de pagar y, por lo tanto,  la abuela  que compró su deuda-paquete financiero, (llamada Super Bonus Golden Guay), dejó de cobrar.

¿Quiero eso decir que el capitalismo está en crisis?
No. Rotundamente no.  Esto era lo que se pretendía desde el principio. Se sabe que la crisis fue provocada, se ha investigado, aunque, claro, los responsables siguen aún más millonarios que antes y se fueron de rositas con un “lo sentimos”.

¿Y por qué se buscaba una crisis? La crisis se llevó el dinero y los ahorros de miles de millones de personas en el mundo y se la quedaron unos pocos emporios financieros, pero al mismo tiempo, algunos bancos y cajas que ofrecían estos productos basura (las hipotecas subprime), vieron cómo también se iban a pique. ¿Qué hacer?

La cosa está clara. Vivimos es un sistema capitalista, si los bancos se hunden, se hunde la sociedad, son las reglas del juego, por lo tanto cogieron todavía más dinero del estado y se lo dieron a ellos. Primero nos robaron las entidades financieras, y luego el Gobierno nos volvió a robar para que no se hundieran los bancos.

Y aquí está el quid de la cuestión, esta es la clave, hemos llegado a la meta. Una vez que las arcas del estado han sido socavadas, ¿cómo pagar la educación?, ¿cómo pagar la sanidad?, ¿cómo pagar los servicios sociales? Respuesta: No se puede. Esto no es una distopía de ciencia ficción, cada día vemos cómo nos recortan más y más derechos. A partir de ahora, el que quiera un médico, el que quiera escolarizar a sus hijos, el que quiera una pensión por jubilación, el que quiera una prestación por desempleo, tendrá que contratarla, tendrá que pagarla de su propio bolsillo. Lo han conseguido.

Esto es lo que ha ocurrido, pero el paleto no lo sabe. El paleto piensa: “¿Quién estaba en el Gobierno, el PSOE? Pues voto al PP”, o, “¿Quién estaba en el Gobierno, Sarkozy? Pues voto a Hollande.
Y no importa. No importa porque Zapatero es lo mismo que Rajoy, y Sarkozy es lo mismo que Hollande. Te crees que vas a votar y que elijes, pero no es cierto, porque esté quien esté seguimos en el mismo sistema económico, y es un sistema tan dependiente, vertiginoso y enfermizo que no podemos bajarnos de él, y es tan dependiente del dinero, del petróleo y del consumo, que requiere de un consumo brutal y de la esquilma de otros países. Zapatero hizo lo que le mandó el Banco Central Europeo, y ahora Rajoy hace lo mismo.

El capitalismo, señoras y señores, ha ganado la partida. Y todos estos grupos financieros que poseen aseguradoras, bancos e imperios industriales han ganado. A cambio, trabajaremos más para ellos, cobraremos menos y les contrataremos nuestros seguros. Ellos, a cambio, educarán a nuestros hijos si les pagamos y les dirán que viven en un sistema libre. ¿Y sabéis que? Muchos se lo creerán.

Pero yo creo que se puede luchar. Yo lo hago escribiendo desde este rincón para quien me quiera leer, lo hago porque esta pelea me va y porque creo que es una causa justa, y lo hago también para que, cuando pasen los años, y mis hijos o tus hijos me pregunten que hice en este momento crucial de nuestra historia, no tenga que decirles que apoyé a los bancos, a los políticos o a sicarios mamporreros, sino que apoyé al pueblo, y que yo también estuve indignado.

Quique Castro.

jueves, 17 de mayo de 2012

Un Óscar supercalifragilisticuespialidoso



-Lo siento Julie –dijo Rex.
-No puedo creerlo, sencillamente, no puedo creerlo.
Rex imaginó que no lo hubieran elegido a él para el papel y sintió cómo la cólera lo invadía de nuevo.
-Ha sido Warner, todo es cosa de ese animal.
-¿Y George?
-¿Cuckor? Él quería que el papel fuera para ti, todos los querían, incluso ella lo quería.
-Ella…
-Sí, por supuesto –Rex se agachó y tomó a Julie de las manos-. Audrie rechazó el papel, igual que las demás, todas querían que My fair lady fuera para ti, todas sabían que te pertenecía.
-Noche tras noche en Londres, en Brodway… –dijo Julie-. ¿Tantos años no son suficientes?
-Jack quería una estrella –Rex titubeó un segundo-. Entiéndeme, tú eres…
-Tranquilo Rex, Jack Warner tiene razón, yo nunca he actuado en el cine, y ella es…, bueno, ella es la estrella que más brilla.
-Sólo aceptó el papel cuando supo que si no lo hacía se lo darían a Liz Taylor.
-Eso sí que es un consuelo.

Durante las semanas que siguieron, Julie cayó en una profunda melancolía de la cual sólo era capaz de salir cuando subía al escenario e interpretaba su papel. Pero ya no era a Eliza Doolittle a quien interpretaba, sino a la reina Ginebra, otra vez con música y letra de Lerner y Loewe, que sólo accedieron a escribir Camelot cuando les dijeron que el papel principal sería para ella.

Aquella noche, nada más acabar la función, le llegó la noticia de que alguien quería entrevistarse con ella a toda costa. Julie sabía que se trataba de una persona muy importante, por eso, sin más demora, la hizo pasar a su camerino.

-Supercali… superfragi…, ¿qué?
-Supercalifragilisticoespialidoso.
-¿Cómo es capaz de decir eso? –Julie no pudo evitar que se le escapara una sonrisa.
-¡A mis hijas les encanta! ¡No paran de repetir esa palabreja! De verás, es una historia genial, tiene ese toque perfecto de magia, de inocencia. Créame Julie, podríamos hacer una gran película.
-Señor Disney…
-Llámeme Walt.

-Walt, reconozco que me tiene intrigada.

Las dos películas se rodaron prácticamente al mismo tiempo. Se esperaba que My fair lady fuera una obra colosal, algo nunca visto desde Lo que el viento se llevó, y parecía que los pronósticos iban a cumplirse. Se rumoreaba también que la interpretación de la Hepburn era prodigiosa, e incluso el propio Rex Harisson, que meses antes había declarado: “Se supone que Eliza Doolittle se tiene que sentir incómoda en los bailes europeos. ¡La maldita Audrey jamás pasó un segundo fuera de los bailes europeos!», ahora hablaba maravillas de ella.

Pero la noche de las nominaciones llegó la primera sorpresa. Audrie Hepburn no se disputaría el Oscar con el resto de actrices de ese año, tal vez porque, a pesar de su estupenda interpretación, había sido doblada en las canciones. La siguiente sorpresa, o no tanto, fue que Julie Andrews sí que lo fue.

5 de abril de 1965, Bob Hope, adorado por el público, uno de los grandes presentadores de la historia de ceremonia, dio paso a Sidney Pottier, ganador el año anterior del Oscar al mejor actor principal por Los lirios del valle, que anunció a las nominadas de aquel año por este orden: Julie Andrews, por Mary Poppins (Mary Poppins), Anne Bancroft, por Siempre estoy sola (The pumpkin eater), Sofia Loren, por Matrimonio a la italiana (Matrimonio all’italiana), Debbie Raynolds, por Moly Brown siempre a flote (The unsinkable Molly Brown), y Kim Stanley por Plan siniestro (Seance on a wet afternoon).
-And the winner is –Sidney Pottier abrió el sobre.
Nada más pronunciar su nombre, comenzaron a sonar las notas de Chim Chim Cheree, y una sonriente y pletórica Julie Andrews salió a recoger su premio.

Quique Castro.

lunes, 14 de mayo de 2012

La FIFA y los errores arbitrales, (historia de un amor), por Miguel Castro


Cada vez son más los deportes que aceptan el uso de la tecnología para dirimir jugadas conflictivas y hacer más justo el desenlace de las competiciones.

Mientras el fútbol se mantiene anclado en el pasado, deportes como rugby, hockey hierba y tenis, con una profunda tradición histórica, no se resisten a la inclusión del vídeo u otros avances análogos —como el “ojo del halcón”—  para ayudar al arbitraje de los partidos.

El argumento que esgrime la FIFA  —órgano rector de fútbol mundial— para rechazar el uso del video, es que “la falibilidad humana es un elemento esencial del fútbol, formando parte del atractivo del juego propiamente dicho”, falibilidad que, sin embargo, sí se trata de minimizar en otros deportes, utilizando los medios que la tecnología pone a disposición de los mismos, sin que pueda observarse ningún efecto negativo en su aplicación.

En plena resaca de la última jornada de liga, en la que hasta cinco equipos han estado implicados en la lucha por evitar el descenso, el uso del vídeo habría cambiado de manera notoria el resultado final, ya que un gol en claro de fuera de juego de Raúl Tamudo propició la salvación del Rayo Vallecano y la condena al abismo de la segunda división del Villarreal. Está decisión trasciende el terreno deportivo y afecta a la economía de muchas empresas y familias.

En torno al 40 por ciento de los socios del “submarino amarillo” proceden de fuera de Villareal, acuden a dicho municipio de manera regular para ver fútbol de primera división y, de ese modo, proporcionan jugosos ingresos a la economía local. Las reservas hoteleras en toda la región se han visto incrementadas de manera muy significativa desde el ascenso a la élite del club de fútbol y, en parte gracias la influencia del club amarillo, la Conselleria d'Educació de la  Generalitat Valenciana, ha construido en el municipio villarrealense un centro de tecnificación deportiva que ha requerido una inversión cercana a los 23 millones de euros.

A pesar de que la FIFA es consciente de la repercusión que el fútbol tiene en todos los niveles, este organismo sigue anclado en su postura inmovilista y su amor por la ”falibilidad humana” de los árbitros. Quizás porque el arbitraje sea uno de los principales bastiones que le quedan para manipular de manera tácita la competición.

Miguel Castro.

jueves, 10 de mayo de 2012

Paisajes de Poblenou I: barbería vs estilista


¿Quién me mandaría engañar a mi peluquera con un paquistaní?
Nueve años hace que frecuento “Colomer”, barbería centenaria sita en Poblenou, y es que hay gente que va al estilista y gente como yo, que va al barbero, o barbera en este caso. “Colomer” lleva cien años en el mismo lugar, los mismos que tiene el único sillón que preside la sala, un “Triumph”, como la marca de las motos, de hierro forjado y porcelana blanca.
No me quejo del emprendedor paquistaní que se atreve a montar su negocio sin hablar una palabra de español, le sobran las agallas que nos faltan a muchos, pero mi cabellera ya está hecha a las tijeras de mi peluquera, y ella se conoce de memoria el remolino, la cicatriz y las manías, que ya van siendo.
Al acabar le digo al paquistaní que muy bien, aunque no me acabe de gustar la nuca, demasiado cuadrada, y aunque el flequillo lo remate yo mismo al llegar a casa con las tijeras del pescado.
Volveré con mi peluquera y ella no dirá nada, pero a través del espejo me lanzará una mirada que me hará sentir culpable. ¿Y qué quiere? Su tarifa es de once euros y medio, y el paquistaní me ha cobrado cinco.
Además soy reincidente. La primera vez que engañé a mi barbera fue en una peluquería que también me quedaba cerca de casa, pero de más postín, y en la que no llegué a sentirme cómodo en ningún momento. Entré con aire de culpabilidad al reclamo de las peluqueras que veía cada día al pasar por el ventanal, con esos aros como puños en las orejas y aquellas mandíbulas a punto de descoyuntarse por el chicle. Era una peluquería unisex, pero no había ni un hombre en la sala, a excepción de un peluquero gay.

Y ahí estaban la Vane y la Sonia, diligentes, profesionales, amables… incluso sonrientes. Y Lucía, y la Paqui, todas yendo y viniendo, y yo en el medio, entre una hilera de cabezas llenas de rulos y papel de aluminio que se volvieron y me miraron por encima de sus Holas, sus Prontos y sus Cuores. Desee salir y volver con mi barbera de Poblenou con sus Interviús atrasados y su Mundo Deportivo, quise escapar, salir corriendo. No es broma, no es un recurso literario, quise huir. Pero la jefa no me dejó, y antes de que me diera la vuelta para volver sobre mis talones apareció secador en mano.
-Hola.
-Hola… –digo yo-. Pues para cortarme el pelo… y eso.
-Espera..., a ver quién está –y se volvió para ver que alegre ninfa de coloridos cabellos masajearía mis sienes.
Y hete aquí que la ninfa fue…
-¡Paco!
¿Paco?, ¿cómo que Paco?, ¿qué quería decir con eso de Paco? ¡Ningún Paco masajearía mis sienes!
Paco apareció y me miró de arriba abajo sin pudor alguno.
-Dame la chaqueta.
-¿Para qué?
-¿Quieres un café?
-No.
-Ponte esto.
Yo esperaba el típico mandilón que te atan con esparadrapo al cuello. Nada de eso, ¡tenía mangas!, y se ataba al cuello con un lacito que caía por delante. Kurtz no sabía lo que era el horror.
-Siéntate aquí anda –Paco me señaló la palangana para lavar la cabeza.
-Ya me he lavado el pelo.
-Da igual –Paco era dominante.
-No, pero digo que yo que…
-¡Verooo! ¿Le lavas el pelo, por favor?
Vero, ¿cómo era Vero?, ya ni me acuerdo, pero yo le estuve agradecido todo el tiempo que duró nuestra relación, unos cinco minutos, con champú y masaje y todo ese blablabá sensual. Tengo una amiga peluquera. Un día me dijo:
-Cuando tengo que lavarle la cabeza a un chico que me gusta, me imagino que me lo estoy tirando.
Esa sí es una actitud profesional y comprometida. Yo no sé en qué estaría pensando Vero, tal vez en la hipoteca, en la noche del viernes, o tal vez en que tenía que desparasitar a su gato. Daba igual, Vero me lavó de cabeza, y luego me devolvió a Paco con la cabeza chorreante y las orejas relucientes.
-Me suena tu cara –dijo Paco.
-Ni idea.
-¿Vas al Nova Icaria? –El Nova Icaria es el gimnasio del barrio.
-Sí.
-Pues eso debe de ser. Yo es que iba al Alfa 5, pero me cambié por mi novio, que iba al Nova Icaria y mira, pues me convenció.
-Un buen gimnasio, sí, buenas máquinas.
-Y ya ves tú, porque después de pagar la matrícula me cansé de él y lo acabé dejando, oye, es que lo tenía encima todo el rato, no me dejaba ni respirar.
-Ya, es que a veces…
Y en eso interviene la peluquera que cortaba la cabeza a la señora de al lado
-¿Del Juan estás hablando ya?
-Sí hija.
-Menos mal que lo dejaste tú, que si te llega a dejar él.
-A veces lo pasa peor el que lo deja –añadió la cabeza llena de rulos que tenía a mi lado-. ¿no?
¿Dónde estaba Leo Messi?, ¿dónde estaba Mourinho?, ¿por qué nadie hablaba de ellos?, ¿y el Tour de Francia?
Y para colmo, dieciocho euros. Me quedo con mi barbera.

Quique Castro.

martes, 8 de mayo de 2012

Volar en presidio (crónica literaria de un penal en Cuba), por Ubaldo R. Olivero

Fue en Playa Manteca, una cárcel de la provincia Holguín, mi provincia. Estaba en una celda de castigo y me aburría. Un par de ideas, de esas que van pasando del gris apaisado al negro vertical, empezaron a sobrevolarme, y no me gustaba nada el modo en que iban corroiéndome, como la bruta carcoma se ensaña con la madera desarmada. El cocinero que nos repartía la comida me preguntó si tenía cigarros apuntados fuera en la guardición. Y sí, tenía cigarros apuntado fuera. “Hay un tipo ahí que cambia libros de esos que pesan una tonelada y los cambia por cigarros”. Ulloa tenía esa costumbre de magnificarlo todo. “Dile que me mande un par y que le doy dos cajas de Populares nuevecitas”. Al otro día como a las 11, la hora del almuerzo, Ulloa me trajo dos novelas. Me faltaban como dos semanas para salir de la celda de castigo. Era mi primera celda. No llevaba ni un mes en el penal y ya me vi forzado a  fajarme con tipo que se creyó coger mangos bajitos con el que acababa de llegar. El muy... Bueno, el caso es que entré en El conde de Montecristo y Edmund Dantés y yo nos hicimos amigos. Y el abad Faria. Y hasta llegué a enamorarme de Mercedes, la muchacha de Marsella (creo que era de Marsella). Confié y esperé. Y de un libro fui pasando a otro, y era feliz y ocurrió que esas ideas que al principio parecían dispuestas a convertir mi vida en algo feo, se me fueron diluyendo poco a poco hasta quedar en un recuerdo lejanísimo. Fueron ellos los que me salvaron la vida y quizás esté hoy por acá por este lado porque se lo deba todo a ellos. Luego mamá empezó a llevarme libros de autores rusos y franceses y americanos, y me sentía en una prisión pero libre, sobretodo libre de no pagar una penitencia tan alta. Más tarde salí de aquella prisión convencido de que hay una sustancial diferencia entre las cárceles de fuera y las cárceles de dentro. Las de dentro a veces resultan ser muy peligrosas, cierto, pero si a tiempo nos visita un amigo como Edmund Dantés o Raskolnikof, o el amigo Manso, entonces no todo está perdido y hay que continuar agradeciendo que el sol salga cada mañana para volver a encontrarnos con ellos. ¿Lo demás? Seguir en el río, escuchando la música de su corriente y confiar y esperar con la paciencia del hijo de Alejandro Dumas padre. ¿Esperar qué? No lo sabemos. Esperar nada, y seguir viajando con las palabras que pueden llegar a liberarnos de cualquier prisión por incómoda y terrible que sea.

Ubaldo R. Olivero.

domingo, 6 de mayo de 2012

Una historia con final feliz


Tabitha llegó del Dunking Donuts en el que trabajaba, dejó las bolsas de papel con la compra encima de la mesa y se abrió una Cocacola. Al tirar la chapa en la basura vio las hojas arrugadas y le picó la curiosidad. Cuando Steeve volvió del instituto en el que acababan de contratarle para dar clases de lengua, se encontró a su mujer cocinando y sus cuatro páginas con manchas de ceniza y salsa de carne encima de la mesa de la cocina.
-No tenías que haberte molestado, no vale mucho.
-A mí me ha gustado.
-No sé cómo seguir, me he metido en un buen berenjenal.
-¿Qué tienes en la cabeza?
-¿Te acuerdas el verano pasado, cuando trabajé de conserje en el instituto?
-Claro.
-Una tarde tuve que ir con el fontanero a limpiar los vestuarios de las chicas, fue raro-. Tabitha sonrió-. Quiero decir, es como el de los chicos, pero al mismo tiempo es totalmente diferente. No tiene los meaderos en las paredes.
-Cierto.
-Y también están esos cubos metálicos. No sabía para qué eran, así que le pregunté a Harry.
-¿Y qué te dijo Harry?
-Que eran para tirar los “tapachochos”.
-Harry es un poeta.
-Sí, el caso es que allí, en el gimnasio de las chicas, me acorde de Sondra.
Tabitha arrugó la frente.
-¿Quién es Sondra?
-Era la típica chica de la que se burlan todos en el instituto.
-¿Tú te burlabas de ella?
-No, yo no… bueno, supongo que también puse mi grano de arena.
-Y querías escribir sobre Sondra.
-No lo sé. Me imaginaba a una chica que le llega su primera menstruación, pero no sabe lo que es y cree que se está muriendo, entonces las demás chicas se ríen de ella y reacciona, contraataca. 
-¿Y qué hace?
-Dicen que muchos casos de polstergeist en realidad son debidos a la telequinesis.
-¿Eso dicen?
-Sí, y también dicen que sucede sobre todo con chicas que están en el inicio de la adolescencia.
-Deberías seguir con la historia.
-No sé, no me emociona, y la protagonista no me cae bien, es muy pasiva, ni siquiera cuando ocurren las cosas parece que sea asunto suyo.
-Bueno, ese es tu trabajo, hacer que lo sea.
-Ya…, pero qué sabré yo de niñas que tienen su primera regla. Además, creo que tendría que hacer más larga la historia para desarrollar la idea, y así no me la comprarían en ninguna revista. Tenía pensado enviarla a Playboy, ¿sabes lo que pagan en Playboy por un cuento?
-Olvídate de Playboy, Steeve, y escribe esa historia -dijo Tabitha devolviendo los papeles a su marido.
No es que el trabajo en el instituto fuera duro, era mucho peor cuando estaba en la lavandería y llegaban las sábanas del hospital de Bangor manchadas de sangre, o los manteles de los restaurantes de la costa de Maine con olor a marisco podrido y aquellos gusanos que le subían por los brazos, pero el instituto le dejaba mentalmente exhausto, vacío. Aún así acabó su historia y se la mando a Bill Thompson, un tipo que conocía que trabajaba en Doubleday. Y se olvidó del tema.
Unos meses más tarde Steve estaba en la sala de profesores corrigiendo exámenes cuando se encendió el intercomunicador y la secretaria le informó de que tenía una llamada de su mujer. En casa todavía no habían puesto teléfono, así que Tabitha tenía que estar llamando desde casa de los vecinos. Steeve rezó para que no les hubiera pasado nada a ninguno de los niños.
-¿Tabby?
-¿Steeve?
-Tabby, ¿qué pasa?
-Tanquilo, tranquilo. Ha llegado un telegrama de Doubleday.
-¿Qué dice?
-Espera… sí… dice “FELICIDADES. CARRIE YA ES OFICIALMENTE DE DOUBLEDAY. ¿QUÉ TAL 2500 DE ADELANTO? ESTO SÓLO ES EL PRINCIPIO. UN ABRAZO.

Quique Castro.
Basado en "Mientras escribo", de Steephen King.

jueves, 3 de mayo de 2012

Reflexiones de una gata, por Mary Joe Watson-Gardcher


Cómo me gusta mi manta… es un poco rollo tener que colocarla bien una y otra vez, marcando cada punto clave con mis uñas. Y es que cada vez que la pongo perfecta y a punto para hacerme una bola y quedar en coma, alguien me despierta e intenta, sin gran éxito, quitar los restos de mi blanco y suave abrigo y la fastidia. Ellos argumentan que quitan los pelos (¿¿¿qué pelos???) y la pliegan, pero sólo consiguen hacerme repetir una y otra vez la misma operación.

Menos mal que de vez en cuando se van de casa. Entonces, desde mi silla para mirar humanos que miran la tele, me quedo vigilando la manta y el rincón del sillón que me gusta. También me gusta mover de un lado al otro el bebedero y a veces en el proceso tiró el agua por fuera. Eso parece molestar un poco al humano con el que vivo, pero es cuestión de prioridades…

Y es que en mi casa hay varios humanos, mi favorito, Kaik, y el resto. Con el resto a veces hay más o menos suerte y según cuáles sean me dejan entrar en su habitación, me dejan ver la tele sobre ellos o me dan pavo…  pero Kaik no falla. Siempre me esconde las orejas y juega a que han desaparecido, me tira por los aires y me recoge, me hace la moto (hace ruido de moto conmigo sobre su pierna peinándome hacia atrás las orejas mientras pongo cara de velocidad)... Yo no lo entiendo mucho, pero él se ríe. Dice que me va a comprar otro abrigo para que me cambie de ropa, eso sí que me da mucha risa…con lo sexy que estoy con el mío. Dormimos juntos la siesta encajándome en su sobaco, resulta una unión perfecta. Además, huele muy bien, casi tanto como la bolsa del gym que tanto me gusta. Lástima que lo eche todo a lavar en seguida.

También hacemos juntos los deberes, él sentado frente a su ordenador y yo al lado, sentada en el extremo de la mesa dándole ideas, aunque creo que no se entera de ninguna. De todas formas la mayoría de las veces le ayudo desde la cama, así vigilo su manta de Spiderman aprovechando para colocarla, por supuesto. También le hago sugerencias sobre qué escribir, pero no suele utilizar lo que le digo; supongo que mis temas de interés (siestas y mantas, tumbarme en la mesa al sol, salir al balcón, comer pollo o pavo, colarme en las habitaciones…) no son sus musas de inspiración.  

Por eso hoy he aprovechado para escribir directamente en su blog, creo que últimamente ha buscado colaboradores. Seguro que no se atrevía a pedírmelo… No sé cuánto tardará en leer este post, últimamente está más ocupado de lo habitual buscando compañero de piso, y no es por nada, pero  debo decir que le ayudo; recibo a cada visita en las escaleras, lo saludo, le voy guiando y mostrando cada habitación… Aunque no todos lo agradecen igual, el protocolo humano por lo general no incluye hablar con los gatos.

Debo terminar, se acerca la próxima visita y tendré que colocar las mantas y el bebedero correctamente para dar buena impresión. Igual otro día me animo y escribo otro post sobre nanotecnología, la escolástica medieval, o las últimas versiones del musical “Cats”. Hasta entonces saludos desde mi manta.

Mary Joe Watson-Gardcher.

martes, 1 de mayo de 2012

Deconstruyendo a Enrique Valmont, por Rafael Real, conde de Montecristo



Convertida la apostasía en la única desembocadura coherente a nuestro reguero vital, comprobado que el fraude soborna el modus vivendi de la cada vez más egregia caterva de veleidosos papanatas, juicioso el Viernes, propone unos clásicos, una considerable pero nunca desatinada cantidad de marisco, un iracundo golpe de martillo a la péndola y un exorcismo en forma de burofax mediada la hora de las sombras, porque para ser feliz, ya ven, a uno no le hace falta demasiado, sin hacerle ascos a aquel camión, no se vayan a figurar que amén de con un bolchevique, intiman con un gilipollas, nada más alejado de la realidad. Como bien señala en cada peregrinación el irreemplazable Agente Rouco, a todas luces imbuido por la praxis zen del singular Páter Menocal, es más rico el que menos precisa, no el que más atesora, aunque haciendo una frívola disección del alma, de lo divino en lo humano apenas encontramos muecas pendientes de filiación, tal vez algún lavado de cara de más de un cabrón mogrollo que apadrina niños a costa de los chicotes que me gorronea, y es que la cosa está fea créanme, los hippies nos invaden por un lado y por otro, los temibles reaccionarios, nos encontramos atrapados entre los muros de la hipocresía, no nos queda papel y el despertador ya ha sonado hace un rato, preguntándonos con indignación sobre el inexplicable motivo de continuar tendidos en el petate...

Por lo tanto, rematados los innecesarios preliminares, tomemos un respiro guardando la pólvora a buen recaudo, en este bendito país al Norte de la Madrileñísima, la humedad cala los huesos y malbarata lo endeble, barroco e intensamente ampuloso, pese a que de entre los delirios de este fósil rebrote de vez en cuando alguna tormentosa recapitulación, que bien actuaría reposando entre los restos de la mugre, entreverada entre los residuos, porque de tal naturaleza es su repulsiva esencia y su tendencia natural, el eterno retorno a origen, vil, corrupto, ignominioso y viciado. Pero dejemos de lado la poética y abandonémonos sin profilaxis ni matices a la fiera honestidad, reconozcamos que ciertas horas son para encontrarse a solas catando Four Roses, excelente alternativa al precio del Jack y desde luego a la recua de pérfidos ególatras viscosos que solo ansían nuestra compañía en un fútil intento de esquivar el abandono, alejados del anhelo de nuestra flema, indulgencia  y no menos controvertida sabiduría. Asumamos pues, que cierta parte de uno anhela la monotonía, las rigurosas pautas reveladoras del tamaño de nuestro enemigo y la intensidad de nuestro esfuerzo, bien sabido es que la Gran Aventura vació todas nuestras energías aquella noche en la que le dimos el dernier au revoir al occiso de la sandez en el túmulo de las causas prohibidas, donde se ulceran los huesos de Milady de Winter y marchitan las únicas flores de galantería, las de su ensalzado sepelio. Seamos rectos propongo, desnudemos nuestra alma acatando que mantenemos ciertas dudas acerca de la imagen que nos devuelve el espejo, la de ese desconocido que nos recuerda vagamente a uno mismo en otra época, mucho más tierno y enérgico, pero tan airado como siempre, al fin y al cabo nos hace recordar al lobo que algunos cobijamos, felizmente a buen recaudo, o al menos eso quiero creer, y una vez hallada la conciliación, reflexionemos sobre lo sólido, lo efectivamente trascendente y relevante, ajenos a intolerables referencias del pasado, crueles castigos innecesarios sobre los que no debemos realizar mención, ni pintadas ofensivas en las letrinas de las terminales tabernas aniquiladas por la maldita crisis y la Ley Antitabaco o tal vez, por las depravadas maquinaciones de esos facinerosos conspiradores a los que por el momento, no he logrado adjudicarles rostro, aunque sí consigo identificar con suma expedición., que sí, son los que piensan, por eso parece sensato mirar hacia las estrellas y contemplar deslumbrados el reflejo conjeturado por el cristal, un tipo penetrante al que hemos aprendido a consentir, con sus desperfectos, virtudes y excesos de vehemencia, porque ¡hossana!, ha llegado la hora de concienciarse de que el cine es un imprescindible arte derivado de la mentira, una dama que trata de persuadirnos de que soñar nada cuesta, reservándose para sí que el realismo arroja que de perseverar anegados en la fantasía más de un instante, nos expone a ser gobernados por la demencia, aquella que nos priva de la lucidez prematuramente, y sin embargo, redentora de aprensiones y vínculos, acaudillándonos con firmeza hacia la apasionante libertad como individuos,  first we take Manhattan, then we take Berlin (*), queridísimo Valmont, sigamos ciñéndonos a la impertinencia...

Rafael Real, conde de Montecristo.
Blog: Nuestra casa, la Tasca: http://ciudadanotasca.blogspot.com.es/