lunes, 14 de diciembre de 2015

Centro Assafa: el Islam de andar por casa

"La mayoría de musulmanes se sienten aceptados, pero no se adaptan a vivir en democracia", revista católica 21rs.
"El 80% de los musulmanes residentes en Europa viven de la asistencia social y se niegan a trabajar", Alerta Digital.
"El Islam extremista es como el nazismo", Periodista Digital.
"Cada vez más musulmanes quieren implantar la ley islámica en Suiza", El Mundo.


La barba negra le crece en mechones desordenados, se rasca la coronilla debajo del gorro de lana y se quita los zapatos para dejarlos en el estante. El Imán da unos pequeños tirones a su túnica blanca, que acaba de ponerse por encima de los vaqueros y la camisa de cuadros, y se detiene un momento para apretar un par de manos antes de comenzar el rezo. Las paredes son blancas, desnudas de todo ornamento, unos cuantos altavoces cuelgan del techo y el suelo está cubierto por una moqueta roja mal ajustada en los bordes. El centro islámico Assafa está situado en una pequeña calle cerca del Arco del Triunfo, lo indica un oscuro cartel sobre la puerta, y este domingo se reunirán en él una veintena de hombres y tres niños para rezar y para conversar sobre el Islam en Barcelona.

Con relativa frecuencia se encuentran artículos sobre la función de las mezquitas no sólo como lugar de oración, sino también como enclaves de adoctrinamiento político y social en los que se instruye a una colectividad islámica cada vez más numerosa y radicalizada. Vínculos entre el nacionalismo desatado y el salafismo yihadista, mezquitas a cambio de votos... En definitiva, una creciente comunidad musulmana que acabará imponiendo sus costumbres a través de nuestra democracia.

La oración concluye a las seis y media de la tarde y todos los asistentes se reunen en corro alrededor de Mohamed, el Iman que ha dirigido la oración, marroquí de treinta y cinco años, y del Sheikh Ahmed, dignidad religiosa de orden superior. Ahmed es iraquí, tiene cuarenta y siete años y trabaja en la Nissan como ingeniero mecánico.

"Adaptarse no quiere decir que tenga que salir al Puerto Olímpico a beber cubatas por la noche", interviene Mustafa, un marroquí que lleva 27 años en España, "adaptarse es respetar las leyes del país en el que vives, pagar tus impuestos... convivir".

Otro de los fieles quiere añadir algo, también se llama Mohamed, aunque sus amigos en España le llaman Jaime: "Quien tiene la nacionalidad tiene que sentir que es español y dejar todo atrás. Si vives aquí tienes que adaptarte, es lo que hay, y tienes aprender el español sí o sí, pero hay dificultades. Tienes una familia y tienes que trabajar, estudiar, realizar tus actividades... y no todo el mundo se puede integrar rápido. A veces echamos de menos ayudas por parte de los diferentes gobiernos".

"No nos ayudan demasiado" apunta el Sheik Ahmed, "Sólo tenemos dos fiestas al año, la Fiesta del Cordero y el final del Ramadán. Nosotros pedimos permiso al Ayuntamiento para una celebración al aire libre, pero ellos siempre nos ponen problemas, y eso hace que la gente se sienta mal".

Sin embargo el pleno de los asistentes niega que España sea un país racista, si bien casi todos afirman haber sufrido casos aislados de rechazo que atribuyen a "gente inculta que no odia a los musulmanes, sino a todos los que nos son como ellos", como afirma Hassan, boliviano de 23 años.

"La gente aquí no es racista ", interviene Rabea, un joven palestino casado con una alemana, "en Alemania lo son más, pero a los refugiados sirios les dan un visado de trabajo y cursos de alemán gratuítos. Aquí no dan permiso de trabajo, y sin permiso de trabajo, ¿cómo puedes integrarte? Yo trabajo de cara al público y hablo con muchísima gente de aquí. Soy peluquero y tengo un restaurante. Todo el mundo me conoce y saben que soy musulmán y todos me hace preguntas, y me doy cuenta de que la gente cada vez sabe más, que la gente no es tonta. La gente sabe que los terroristas no son el Islam. Ellos escuchan la tele, pero saben que la verdad no es lo que les cuentan".

Hay murmullos de asentimiento. Todos están de acuerdo en que los medios no les han tratado bien y este es un tema candente. "Cuando el año pasado ocurrió lo de la revista francesa había gente en la radio y en la televisión que supuestamente sabe mucho sobre el Islam y sólo decían barbaridades, por eso nosotros llamamos para dar nuestra opinión", dice el Sheikh Ahmed, "pero nadie estaba interesado en escucharnos, sólo hubo un canal, Tele 5, que dijo que a lo mejor nos llamaría, pero nunca lo hizo".

Por eso, para darse a conocer, el centro Assafa realizó en mayo una jornada de puertas abiertas en la que se ofreció té y pastas. Acudieron vecinos y vecinas del barrio y se hizo entrega de unos pequeños folletos en los que se explicaba en qué consiste el Islam. Aseguran ser una comunidad abierta, y lo que dicen de puertas adentro es lo mismo que sostienen ante las autoridades

"Ese fue el día que aquella señora nos preguntó si era aquí dónde construíamos las bombas", añade el Iman Mohamed. Todo el grupo se ríe, y un pequeño de unos 12 años añade con una sonrisa, en perfecto español, "y a mí en el colegio me han preguntado si soy yihadista".

"No hay que hacer caso al que te insulta", dice el Sheikh Ahmed, sin dirigirse directamente al niño. "Sí, somos practicantes y hacemos lo que nos toca hacer, y conocemos la historia de nuestro profeta, que convivía con cristianos y con judios. Si nuestro profeta era capaz de convivir en paz con miembros de otras religiones, cómo no íbamos a hacerlo nosotros".


Quique Castro.