"La
mayoría de musulmanes se sienten aceptados, pero no se adaptan a
vivir en democracia", revista católica 21rs.
"El
80% de los musulmanes residentes en Europa viven de la asistencia
social y se niegan a trabajar", Alerta Digital.
"El
Islam extremista es como el nazismo", Periodista Digital.
"Cada
vez más musulmanes quieren implantar la ley islámica en Suiza",
El Mundo.
La barba negra
le crece en mechones desordenados, se rasca la coronilla debajo del
gorro de lana y se quita los zapatos para dejarlos en el estante. El
Imán da unos pequeños tirones a su túnica blanca, que acaba de
ponerse por encima de los vaqueros y la camisa de cuadros, y se
detiene un momento para apretar un par de manos antes de comenzar el
rezo. Las paredes son blancas, desnudas de todo ornamento, unos
cuantos altavoces cuelgan del techo y el suelo está cubierto por una
moqueta roja mal ajustada en los bordes. El centro islámico Assafa
está situado en una pequeña calle cerca del Arco del Triunfo, lo
indica un oscuro cartel sobre la puerta, y este domingo se reunirán
en él una veintena de hombres y tres niños para rezar y para
conversar sobre el Islam en Barcelona.
Con relativa
frecuencia se encuentran artículos sobre la función de las
mezquitas no sólo como lugar de oración, sino también como
enclaves de adoctrinamiento político y social en los que se instruye
a una colectividad islámica cada vez más numerosa y radicalizada.
Vínculos entre el nacionalismo desatado y el salafismo yihadista,
mezquitas a cambio de votos... En definitiva, una creciente comunidad
musulmana que acabará imponiendo sus costumbres a través de nuestra
democracia.
La oración
concluye a las seis y media de la tarde y todos los asistentes se
reunen en corro alrededor de Mohamed, el Iman que ha dirigido la
oración, marroquí de treinta y cinco años, y del Sheikh Ahmed,
dignidad religiosa de orden superior. Ahmed es iraquí, tiene
cuarenta y siete años y trabaja en la Nissan como ingeniero
mecánico.
"Adaptarse
no quiere decir que tenga que salir al Puerto Olímpico a beber
cubatas por la noche", interviene Mustafa, un marroquí que
lleva 27 años en España, "adaptarse es respetar las leyes del
país en el que vives, pagar tus impuestos... convivir".
Otro de los
fieles quiere añadir algo, también se llama Mohamed, aunque sus
amigos en España le llaman Jaime: "Quien tiene la nacionalidad
tiene que sentir que es español y dejar todo atrás. Si vives aquí
tienes que adaptarte, es lo que hay, y tienes aprender el español sí
o sí, pero hay dificultades. Tienes una familia y tienes que
trabajar, estudiar, realizar tus actividades... y no todo el mundo se
puede integrar rápido. A veces echamos de menos ayudas por parte de
los diferentes gobiernos".
"No nos
ayudan demasiado" apunta el Sheik Ahmed, "Sólo tenemos dos
fiestas al año, la Fiesta del Cordero y el final del Ramadán.
Nosotros pedimos permiso al Ayuntamiento para una celebración al
aire libre, pero ellos siempre nos ponen problemas, y eso hace que la
gente se sienta mal".
Sin embargo el
pleno de los asistentes niega que España sea un país racista, si
bien casi todos afirman haber sufrido casos aislados de rechazo que
atribuyen a "gente inculta que no odia a los musulmanes, sino a
todos los que nos son como ellos", como afirma Hassan, boliviano
de 23 años.
"La gente
aquí no es racista ", interviene Rabea, un joven palestino
casado con una alemana, "en Alemania lo son más, pero a los
refugiados sirios les dan un visado de trabajo y cursos de alemán
gratuítos. Aquí no dan permiso de trabajo, y sin permiso de
trabajo, ¿cómo puedes integrarte? Yo trabajo de cara al público y
hablo con muchísima gente de aquí. Soy peluquero y tengo un
restaurante. Todo el mundo me conoce y saben que soy musulmán y
todos me hace preguntas, y me doy cuenta de que la gente cada vez
sabe más, que la gente no es tonta. La gente sabe que los
terroristas no son el Islam. Ellos escuchan la tele, pero saben que
la verdad no es lo que les cuentan".
Hay murmullos
de asentimiento. Todos están de acuerdo en que los medios no les han
tratado bien y este es un tema candente. "Cuando el año pasado
ocurrió lo de la revista francesa había gente en la radio y en la
televisión que supuestamente sabe mucho sobre el Islam y sólo
decían barbaridades, por eso nosotros llamamos para dar nuestra
opinión", dice el Sheikh Ahmed, "pero nadie estaba
interesado en escucharnos, sólo hubo un canal, Tele 5, que dijo que
a lo mejor nos llamaría, pero nunca lo hizo".
Por eso, para
darse a conocer, el centro Assafa realizó en mayo una jornada de
puertas abiertas en la que se ofreció té y pastas. Acudieron vecinos
y vecinas del barrio y se hizo entrega de unos pequeños folletos en
los que se explicaba en qué consiste el Islam. Aseguran ser una
comunidad abierta, y lo que dicen de puertas adentro es lo mismo que
sostienen ante las autoridades
"Ese fue el día que
aquella señora nos preguntó si era aquí dónde construíamos las
bombas", añade el Iman Mohamed. Todo el grupo se ríe, y un
pequeño de unos 12 años añade con una sonrisa, en perfecto
español, "y a mí en el colegio me han preguntado si soy
yihadista".
"No hay que hacer caso
al que te insulta", dice el Sheikh Ahmed, sin dirigirse
directamente al niño. "Sí, somos practicantes y hacemos lo que
nos toca hacer, y conocemos la historia de nuestro profeta, que
convivía con cristianos y con judios. Si nuestro profeta era capaz
de convivir en paz con miembros de otras religiones, cómo no íbamos
a hacerlo nosotros".
Quique Castro.
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