Barcelona
92, transformación olímpica
Los años setenta
significan el declive industrial del Poblenou, la crisis y el paro asolan la
economía y en los ochenta las drogas y la delincuencia causan estragos en un
barrio cada vez más degradado y todavía aislado de la metrópoli. No será hasta
las Olimpiadas de 1992 en que se dé el primer gran cambio: se elimina la vía
férrea, se tiran abajo las grandes factorías que servían de barrera y la ciudad
se abre al mar. También se modernizan las infraestructuras y se mejoran las
conexiones, se crean varios centros comerciales y hasta se construye un nuevo
barrio, la Vila Olímpica.
La Vila Olímpica,
enclavada en el mismo Poblenou, se levantó en la zona que ocupaba el antiguo
barrio de Icaria. Contaba con el atractivo de estar ubicada junto al mar, cerca
del nuevo Puerto Olímpico y el recién construido paseo marítimo, y nació con
vocación de barrio residencial y comercial, para lo que se dotó de modernas
infraestructuras sociales.
Diseñada como si fuera a
erigirse sobre zona virgen y el barrio de Icaria jamás hubiera existido, para
construir la Vila Olímpica hubo que derribar 157 fábricas, muchas de las cuales
se vieron obligadas a cerrar definitivamente. A esto hay que añadir que un gran
número de estas construcciones formarían parte de un patrimonio arquitectónico
excepcional, hoy perdido para siempre. Se aceptó, en definitiva, que un pedazo
de la historia de Barcelona se desintegrase, pero a cambio, cuando acabaran las
Olimpiadas, la ciudad dispondría de un nuevo barrio de primera categoría. Al
menos durante un tiempo.
Quique Castro
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