Pero Poblenou no siempre
ha sido eje cultural, crisol creativo y vivero de nuevas tecnologías. Desde
finales del siglo XIX y hasta hace pocos años era un barrio industrial en el
que altas chimeneas de ladrillo humeaban a un cielo embarrado y fábricas
desmesuradas devoraban filas de obreros que acudían a trabajar de sol a sol. Toda
la inmundicia de las factorías químicas, talleres textiles o curtidurías, se
vertía a través de un río de azufre, cloro y metales pesados a un mar ajeno a
la ciudad, y el cólera y la viruela germinaban en los pozos negros y se
dispersaban entre barracones destartalados y lastimosos bloques de viviendas.
El abandono social al que
fue condenada esta barriada por parte de las distintas instituciones a lo largo
de las siguientes décadas, hizo que fueran los propios vecinos los que se
unieran para lograr unas condiciones de vida dignas. Así, surgen cooperativas
obreras como L’Artesana y La Flor de Maig, gracias a las cuales sus asociados
podían comprar a precios más baratos al por mayor, se fundan el Ateneo Colón,
el Centro Moral y Sindical, e incluso nacen instituciones deportivas como el
Club de Natación Poblenou. Puede afirmarse, sin duda, que se trataba de un
barrio obrero y republicano, un barrio con conciencia de clase en el que sus
vecinos tomaban parte activa en la vida social y política.
Tanto es así que, durante
la Guerra Civil, debido al elevado número de fábricas y fundiciones existentes,
Poblenou se convierte en zona industrial bélica y en objetivo militar de los
primeros bombardeos. Pasada la contienda, entre 1939 y 1952, hasta 1.500
personas serán fusiladas en el antiguo Camp de la Bota, donde ahora se sitúa el
Parc del Forum. El triunfo del franquismo hace que la participación política
desaparezca de la escena pública, pero la colaboración vecinal proseguirá en el
campo de la cultura y del arte hasta entrado el siglo XXI.
Las condiciones de vida
eran duras, y alrededor de unos 18.000
vecinos llegaron a vivir en las barracas del Somorrostro o Pequín, en un
espacio que, a lo largo de la costa, abarcaba desde el Hospital del Mar hasta
la riera de Bogatell. El alumbrado era deficiente, el agua potable tenía que
sacarse de las fuentes y acechaba el peligro continuo de las inundaciones.
Estas barracas duraron desde finales del siglo XIX hasta 1966, año en que
fueron demolidas con motivo de una visita de Franco y sus ocupantes fueron
trasladados al barrio de la Mina y a Badalona. Así era Poblenou.
Quique Castro.
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