De las humeantes
chimeneas de las factorías a los modernos edificios acristalados, de los
vertidos al mar a las playas abarrotadas, de las familias hacinadas en los
barracones a los chiringuitos atestados de turistas, del bocata y la bota de
vino para el almuerzo del currante, al desayuno macrobiótico. El barrio del
Poblenou ha sufrido una transformación radical en los últimos años, pero la renovación
necesaria ha dado paso a la oportunidad especulativa. Sus comerciantes y sus
vecinos llevan años enfrentados, pero hay algo en lo que todos están de acuerdo:
no quieren que les arrebaten el barrio.
Renovar
o gentrificar
Poblenou se ha puesto de
moda. Los precios de las viviendas y los alquileres han subido tanto que los
jóvenes que han crecido en el barrio no pueden independizarse en él, los
antiguos negocios se ven obligados a cerrar para ceder su lugar a las mismas
franquicias que uno puede encontrar en cualquier otro rincón de Europa, los
vecinos de toda la vida, en definitiva, abandonan un espacio que será ocupado
por una clase socioeconómica más elevada. El resultado es lo que unos, los que
están a favor, llaman revitalización o regeneración, y lo que otros, los que
están en contra, denominan gentrificación.
La gentrificación,
proceso por el cual una clase social predominante desplaza a otra, es un
neologismo tomado del inglés, gentrification,
que a su vez deriva del sustantivo gentry,
cuyo significado más aproximado en español sería burgués. Esta palabra con la
que empezamos a familiarizarnos no es, sin embargo, tan novedosa, sino que
surge en los años 60, y su significado se desarrolla a finales del siglo pasado
en relación a otros términos tan actuales como neoliberalismo, globalización o
exclusión social.
Este fenómeno, que en
Barcelona se da en barrios como los de Poblenou, Sant Antoni, Ciutat Vella o
Gracia, ocurre también en otros lugares de España, como Malasaña o Lavapiés, en
Madrid, y en otras grandes capitales como Nueva York o París. Como consecuencia
de la gentrificación el retrato robot del vecino de Poblenou ha cambiado, pero
no porque se haya transformado, sino porque ha sido sustituido: si antes se
hablaba de este distrito como el Manchester catalán y a nuestra mente acudía la
imagen de un obrero, hoy pretende hablarse del Silicón Valley de Barcelona, y
nos imaginamos a un trabajador cualificado de clase alta y gustos sofisticados
al que se aplican otros títulos más o menos fuera de contexto, tales como hípster o bohemio.
Quique Castro
Breve radiografía de lo que está pasando.... escueta pero certera.... me gusta, muy buena en continente muy triste en contenido.
ResponderEliminarNo olvidemos que tambien nosotros hemos ayudado a este cambio, con nuestra especulacion inmobiliaria, pero sobre todo hemos tenido a los dueños de los terrenos que son y han sido los interesados en este cambio y apuesta por el turismo masivo con la aprobacion de nuestros entes politicos.
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