domingo, 23 de noviembre de 2025

Los paneles solares y el unicornio pinchado

Hoy traigo un truco para todos aquellos que están interesados en ponerse paneles en casa. No voy a hablar de la diferencia entre los tipos de paneles, ni de potencia y energía, ni de los diferentes modelos de inversor. Es un truco mucho más simple, un buen comienzo a partir del cual todo lo demás irá sobre ruedas.

Allá va: nunca contrates a una start-up ni a una comercializadora. Céntrate en las ingenierías locales. Así de simple.

Las comercializadoras son las que, hasta hace dos días, no te informaban de que estabas pagando el kilovatio hora a 0,38 cuando tienen ofertas a 0,14; las que subcontratan hasta al que le suenan los mocos al director general; las que te enviarán de cabeza al etéreo limbo de la insoportable tonadilla en bucle de la llamada en espera cuando quieres comunicarte con ellos porque tienes una avería. Poco más hay que añadir al respecto, si acabas en una de ellas, tal vez te lo merezcas.

¿Y las start-up…? Estas son aún peor.

El problema no es que alguien quiera venderte paneles por teléfono sin ni siquiera ver tu casa, aunque hace un mes estuviera vendiendo tarjetas de crédito. Esa no es la cuestión porque, si se lo pides, puede accedan a enviarte a casa a un ingeniero (siempre es ingeniero, aunque el año pasado estuviera en el canal HORECA recorriendo bares y restaurantes en un Peugeot 205 con el rótulo de Café Siboney). De hecho, esa puede ser la mejor parte de la empresa: un profesional del campo de las ventas que trata de ganarse la vida honradamente, informando lo mejor que puede (o lo mejor que le dejan), asesorando, siendo amable y dando la
cara.

Pero no, tu problema, estimado comprador de paneles solares, son los jefes. No me refiero a los inmediatos en la cadena de mando, los jefes de equipo, (los team leader) sino los directores comerciales y, peor aún, los jefes de los jefes, los que toman las grandes decisiones. Los dos, frecuentemente, lo hacen mal, y esto te afecta directamente, pero a los peces gordos los dejaremos para el final.

La estrategia de los directores comerciales de las start-up suele ser la misma, y no hay que culparles, muchos no saben ni cómo llegaron a su puesto —llegar allí ya es un mérito enorme—, solo se limitan a repetir las estrategias que vieron a otros antes que ellos. Podríamos denominar esta estrategia como: VLAQPPQNNQLHT, es decir, “Vende Lo Antes Que Puedas Para Que No Note Que Le Has Timado”. Creo que el acrónimo no funciona demasiado bien, ¿verdad?, pues la estrategia tampoco.

Pero ¿en qué consiste exactamente? En lo siguiente: de algún modo se consiguen leads (un lead, querido lector, podrías ser tú, es decir, un potencial cliente). Y los consiguen porque se han gastado una fortuna en adquirirlos, o tal vez porque se asocian con una gran marca, o dos. A partir de ahí el proceso es vertiginoso: el lead llega al teleoperador (ahora se llaman SDR, que parece más técnico) y de ahí pasa al comercial que visita al cliente. El comercial entra en tu casa, sonríe, acaricia al perro, bromea con tus hijos… Los malos se detectan enseguida porque hablan demasiado y sobreactúan, pero con los buenos ni te enteras, y pronto te encontrarás hablando con ellos con total confianza. Esos son los que menos hablan y los que más preguntas hacen.

Y entonces empieza el baile del precio: esta instalación cuesta 25.000€, pero por haber entrado a través de nuestro canal de luz, de gas o de lo que sea, te la podemos dejar en 15.000€, y como estamos en Black Friday, en Navidad, en el Día de los Enamorados o en el del Calcetín Desemparejado, te la dejamos en 10.000€. Y si firmas ahora te la bajo a 8.000€. Pero tiene que ser ahora, porque pasado mañana volverá a costar 25.000.

“¡Oh, sí!”, se supone que tienes que decir tú (el “Oh” no es imprescindible). “Aquí tienes mi firma y mi dinero”.

Parece burdo, ¿verdad? Pero funciona. A veces. El problema es que, para que funcione, la mayoría de los leads se queman por el camino, y, como ya hemos dicho, esos leads cuestan mucho dinero. Las prisas lo arruinan todo. Te visitan, hacen el teatro, y, si no firmas en caliente, si necesitabas otra configuración, más o menos paneles, una batería, un sistema de back-up, ni siquiera se molestan en enviarte la propuesta después. Ese lead desaparece.

¿Por qué? Porque el flujo no se detiene, porque la cadena funciona a toda velocidad, porque existe una alianza con algún fondo de inversión y la maquinaria pide volumen, no cuidado. Y tú, el cliente, no importas demasiado: solo eres una estadística en un embudo demasiado caro y demasiado rápido.

Pero ¿sabes qué pasará si sigues ese lead? “Que perderás dinero”, te dirá el director comercial (el malo). Pero no.
Lo que ocurrirá es que se operará la magia. El otro comercial (el bueno), rehará el presupuesto, lo reenviará, peleará por él, resolverá tus dudas. Y ese comercial dejará de ser “un comercial” para convertirse en Edu, en Ana, en Óscar, que fue amable, que me resolvió las dudas, que llamaba y me devolvía la llamada sin agobiarme.

Y aquí viene la magia: ese cliente, después de contratar, se quedará tan satisfecho que hablará de Edu, de Ana o de Óscar a su familia, a sus amigos y a sus vecinos. Y ese lead sudado se convertirá en dos, esos dos en cuatro, y esos cuatro en ocho. Consecuencia: al final no necesitarás tantos leads, y la empresa ahorrará mucho (pero mucho) dinero. El problema: para esto se necesita un poco más de tiempo, y las empresas no tienen tiempo, ¿por qué?

Y aquí es donde entran los peces gordos, los jefes de los jefes, los que dirigen las empresas, los estrategas, los grandes arquitectos del “crecimiento”. Los que revientan empresas en cadena y luego se marchan indemnes, listos para replicar el experimento en la siguiente.

Recapitulemos. Como dijimos, en fotovoltaica existen tres tipos de empresas: las ingenierías locales, las start-up y las comercializadoras.

¿Por qué las ingenierías locales se dedican a lo que se dedican? Porque nacen de una persona —un ingeniero— o de un pequeño grupo con conocimiento técnico y motivación casi vocacional: gusto, entusiasmo, orgullo profesional. Saben de lo que hablan y entienden lo que instalan.

Las start-up, en cambio, nacen del capital, no del oficio. Alguien con dinero detecta un negocio, decide “entrar fuerte”, y baja precios hasta rozar el margen cero. Irrumpen como un elefante en una cacharrería. Buscan volumen, no margen. Clientes, clientes, clientes. Presentan esos números a los inversores, consiguen nuevas rondas de financiación y buscan repetir el ciclo hasta… Hasta que no llega más dinero y la start-up desaparece.

Por el camino degradan el sector, bajan los sueldos hasta dejar salarios incompatibles con la vida, reducen la calidad de las instalaciones, de los profesionales (un profesional mal pagado es un mal profesional) y convierten el sector en un lodazal que ahuyenta a futuros clientes.

Y, sobre todo, dejan un reguero de propietarios frustrados (ese serás tú) con instalaciones mal hechas o incompletas que acaban recurriendo a las ingenierías locales que antes rechazaron; ellas terminarán recomponiendo lo que otros destrozaron para “escalar”.

¿Que cómo lo sé? Porque lleva cinco años ocurriendo. La lista de “unicornios extinguidos” es interminable, y cada año aparece uno nuevo, flamante y reluciente. Entran bajando precios, pierden dinero el primer año, el segundo año sigue habiendo competencia, y siguen las pérdidas, los inversores entran en pánico, dejan de inyectar dinero… y ¡pluff! la start-up desaparece.

¿Ves ya por dónde voy? El flamante unicornio que hasta hace dos días valía mil millones se desinfla como un flotador viejo con el plástico cuarteado al sol, un sol del que quiso sacar tajada solo porque era el negocio de moda. ¿Lo han hecho mal los directivos? No. ¡De hecho, no! Ellos ya se han llenado los bolsillos. Ese era el plan.

Por cierto, y aquí un inciso, todo esto lo aprendí del último director comercial con el que trabajé, uno de los buenos, así que no, no todos son como los descritos. Si eres del sector no tienes porque sentirte aludido, y si te sientes… Pues sigue tu rumbo, vete a contratar comerciales por cacahuetes, diles que las ventas se cierran así. Mañana estarás echando tu currículo en una empresa de cualquier otra cosa.

Y tú, cliente, ya sabes, la próxima vez que recibas una llamada de una “gran empresa”… no digas que no estabas avisado.

jueves, 11 de agosto de 2022

Ada Colau y Albert Batlle mienten a la plataforma SOS Triángulo Golfo

Ada Colau y Albert Batlle convocaron el pasado día 14 de julio a los vecinos de la asociación SOS Triángulo Golfo para prometerles que subirían las cuantías de las multas por incivismo a 600€, una promesa a la que han faltado.



Hace falta cierto talento para plantarse delante de un grupo de personas y mentirles a la cara. O tal vez talento no sea la palabra adecuada, tal vez la cuestión sea más prosaica y baste con ser un caradura o, como vulgarmente se dice, tener mucho papo.

El pasado día 14 de julio la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, convocó a la Plataforma SOS Triángulo Golfo y se llevó de una oreja a su teniente de alcalde, Albert Batlle, para tener un cara a cara con los vecinos. El gesto era necesario. La noche anterior, en el carrer Almogavers, las llamas de un contenedor incendiado habían llegado a las persianas de la habitación de un niño, y tuvieron que acudir los bomberos para que la cosa no acabara en tragedia.

“Fue un pirómano de la zona”, aseguró el teniente de alcalde, porque para él era mejor que se tratara de un caso aislado, de un loco itinerante, que no de un hecho que se repite de forma más o menos habitual en nuestras calles. La mentira automática, la mentira como primer resorte, ágil, rápida y sin titubeos. ¿Talento o papo? Ustedes dirán.

Pero la cosa siguió. Delante de un grupo de al menos unos 14 vecinos, Ada y Albert, Albert y Ada, se comprometieron a subir la cuantía de las multas por incivismo (beber, gritar, orinar en la calle) de unos exiguos 30 euros a 600 (15 y 300 euros con prontopago respectivamente), y se comprometieron también a que los supermercados de la zona tendrían que cerrar de diez de la noche a siete de la mañana. Esa misma tarde, en un aparte con los vecinos, la alcaldesa nos aseguró que si Batlle no llevaba esas medidas a cabo, sería tan fácil como cambiar de teniente de alcalde. Y esto también delante de varios testigos. En fin, cosas que se dicen cuando uno o una se viene arriba y se le suelta la lengua, ¿no?

Y los vecinos nos lo creímos.

Pero he aquí la sorpresa. Este lunes 8 de agosto, en rueda de prensa, Albert Batlle aseguró que la Guardia Urbana había interpuesto 747 denuncias por consumo de alcohol en la vía pública desde el día 2 de agosto, pero que ninguna de las denuncias por incivismo llegaron al importe de 600€ debido a que no se consideró que se tratase de conductas graves.

El primero que dijo esto de los 600€ fue el regidor del distrito de Sant Martí, David Escudé, que nos aseguró el 6 de junio que esta subida en las multas se plantearía como medida de choque en el área del Triángulo Golfo, y que, a partir de ese momento y por circunstancias obligadas, beber y orinar en la calle se consideraría como una falta grave, y se darían indicaciones a los agentes para que interpusieran las denuncias correspondientes. Posteriormente Genma Tarafa, regidora de Salut del Ayuntamiento de Barcelona, se comprometió en asamblea con los vecinos a presionar a Batlle para que le diera, nos diera, una fecha de aplicación de las medidas. “¿Y qué capacidad de presión tienes?”, le preguntamos. “Mucha capacidad”, respondió sin titubeos.

Todavía estamos esperando.

Aunque no es verdad, los vecinos ya no esperamos nada de esta panda de vividores de la política, líderes en marear la perdiz, maestros en engatusar, expertos, como diría Serrat, en:

“…propiciar un diálogo de franca distensiónque les permita hallar un marco previo

Que garantice unas premisas mínimas
Que faciliten crear los resortes
Que impulsen un punto de partida sólido y capaz”.

Es decir, expertos solamente en ganar tiempo ellos y hacérselo perder a los demás mientras no resuelven nada.

Quique Castro.

martes, 29 de marzo de 2022

Lorazepam vs. alcohol

Hay una guerra de sustancias estupefacientes en Poblenou, se trata de una guerra desconocida, pero real, y este título no es ninguna exageración. 

Por un lado, en las calles, se permite el botellón ante la pasividad política y policial, por el otro, en los hogares, los vecinos se narcotizan con lorazepan, diazepam, etc, para tratar de conciliar el sueño. 

Esta guerra tiene lugar de miércoles a sábado noche en el llamado “triángulo golfo”, una zona que la policía prefiere llamar “triángulo lúdico”, imagino que para ver si cambiándole el nombre hay menos comas etílicos de adolescentes (que alguien les diga que la cosa no va así).  

Ante la presión de la plataforma vecinal SOS Triángulo Golfo la Guardia Urbana ha intensificado sus rondas, pero los vecinos sospechamos que sin bajarse del coche las rondas no van a servir de mucho. Las fuerzas del orden, sin embargo, afirman que multan más, y como no las queremos poner en duda, suponemos que no consiguen nada porque tal vez 15 euros (por pago anticipado) no sean un castigo suficientemente disuasorio, sobre todo cuando las ordenanzas contemplan sanciones mayores. 

A la triste fiesta de Poblenou se suman los siguientes actores:  

1. Los camellos que rondan las calles en coches alquilados para hacer caja.  

2. Los políticos ineptos que organizan asambleas, juntas, mesas redondas y todo tipo de reuniones con las que justificar sus sueldos mientras no resuelven nada.  

3. Los bares que ofrecen chupitos a 1 euro. Sí, a 1 euro, han leído bien.  

4. Los badulaques que venden alcohol a menores pasada la medianoche.  

5. Los bafles, muchos bafles, porque siempre hay un tonto con uno. 

6. Inmobiliarias que alquilan pisos en la zona sin advertir a los inquilinos que están adquiriendo un pasaporte para el infierno, (¿cómo es posible que esta práctica sea legal?). 

Y todo esto ocurre en medio del tan cacareado 22@. Mientras a los políticos se les llena la boca hablando del Poblenou como núcleo cultural y de innovación, mantienen licencias de hostelería a baretos que sirven chupitos a 1 euro en medio de calles con edificios levantados a finales del siglo XIX, construidos sin ningún tipo de acondicionamiento acústico para soportar semejante presión sonora. Y todo porque algún político inepto, (quién sabe por qué oscuro motivo) decidió en algún momento que se mantendrían unas licencias para unos locales que deberían trasladados de modo urgente. 

Existe una guerra en Poblenou, y ya se está cobrando sus primeras víctimas: médicos que van a servicios de urgencias sin dormir, niños que se despiertan en mitad de la noche, ancianos enfermos, trabajadores hipernarcotizados y, sobre todo, un éxodo silencioso de vecinos obligados a abandonar sus hogares. 

Pero no se preocupen, que pronto habrá otra asamblea.


Quique Castro.


sábado, 9 de octubre de 2021

Comunicado vecinal Poblenou - Pere IV (con 80 firmas)

Los vecinos del carrer Pere IV entre Zamora y Ávila queremos expresar nuestro malestar y emitir una queja oficial ante el descontrol que hay en estas calles debido al ocio nocturno.

Gritos, música a todo volumen, botellones masivos y suciedad son la norma en estas calles. comprendidas en Pere IV entre el carrer Pamplona y el carrer d’Alaba.


Esto demuestra claramente la relación que hay entre estos disturbios y los bares ubicados en esta área, una relación que no es un secreto para nadie y que viene de largo. Los encargados de estos negocios afirman no ser responsables de lo que ocurra de puertas para afuera, pero es habitual ver a algunos de sus clientes con las bebidas en la calle o apoyados en los coches con la música a todo volumen.


Estas calles no son un polígono industrial, este es un barrio residencial obrero, con gente que trabaja y que madruga, un barrio en el que viven numerosas familias, gente mayor, bebés..., vecinos en situación de indefensión que tienen que ir a trabajar con pocas horas de sueño, que no pueden descansar debidamente en los días que les corresponden, o que tienen que aguantar cómo el sueño de sus hijos se interrumpe bruscamente por el enorme desorden que tiene lugar en estas calles.


Siempre nos han enseñado que la libertad de unos acaba donde comienza la de los otros. Todos somos sujetos de derecho, pero el derecho de unos a montar sus negocios o pasarlo bien no puede confrontarse con el derecho de los otros a disfrutar de su debido descanso. A todo esto hay que añadir que todas las viviendas de esta zona pertenecen a construcciones con más de cien años de antigüedad, sin ningún tipo de insonorización. Esto no es responsabilidad de nadie, pero es una realidad incuestionable que debería tenerse en cuenta antes de dar o renovar licencias para según qué negocios.


El hecho de conservar abiertos estos bares y mantener esta zona como uno de los centros del botellón de Barcelona, está acarreando consecuencias en la salud de sus vecinos y en la degradación de un barrio que amanece cada mañana en unas condiciones higiénicas lamentables, con sus calles salpicadas de vómitos, orines, montañas de basura y cristales (con el peligro añadido que estos tienen), y por supuesto con todas las fachadas pintarrajeadas.


La policía no suele pasar por estas calles a no ser que se la llame expresamente, y a veces hay que aguantar varios días con las calles llenas de basura hasta que vuelve a pasar el camión, pero en cualquier caso estimamos que este es un problema que hay que solucionar de raíz, y no sólo con más presencia policial o más frecuencia en la limpieza (algo que también sería muy necesario). Por ello, elevamos esta queja al Ayuntamiento de Barcelona y al Consell de Barri, y solicitamos a estos organismos que tomen medidas urgentes para solucionar una situación que se ha hecho insoportable.


Atentamente, los vecinos:

80 firmas.









martes, 21 de abril de 2020

"Un verano con Mónica". Ingmar Bergman. 1953.


¡Ah, pero qué maravilla ver “Un verano con Mónica”! Podría decir que Bergman nunca falla. Nunca me falla. Qué gustazo saber que a esta vida todavía le quedan descubrimientos como este, porque si aún está por llegar la película que nos haga conmover, ¿por qué no también el próximo abrazo, la próxima puesta de sol a la que no hagamos caso por estar absortos en unos ojos o unas palabras?
Treinta y cuatro años tenía su director cuando la dirigió. Treinta y cuatro, y con esta peli se dio a conocer internacionalmente. A los franceses de la época les deslumbró, y los estadounidenses, tan afectos al marketing, la vendieron como producto erótico a base de lanzar afiches del culo de la prota, una ‎Harriet Andersson de atractivo animal y gran sutileza actoral que por aquel entonces oficiaba de musa y novia de Bergman.
Tal vez sea subrayar lo obvio decir que este verano que transcurre en la peli (el film para los pedantes) podría interpretarse como una recreación actualizada de unos nuevos Adán y Eva. Son Mónica y Harry dos chavales que a pesar de su juventud están ya muy hartos y muy aburridos. Harry deja un trabajo en el que no acaba de encajar, y Mónica otro en el que tiene que aguantar como le meten mano un atajo de compañeros tan pedestres como ella. Echan cuatro vituallas y una cajetilla de tabaco en la lancha del padre de él y deciden perderse en cualquier isla sin nombre, léase paraíso, para dedicarse a lo que dos chavales sanos y bien parecidos se dedicarían, sobre todo si no se han inventado todavía los smartphone y la palabra cobertura sólo hace referencia al saco de dormir.
Me niego a pensar una peli de 1953 bajo el prisma de la perspectiva de género, sobre todo porque las dos obsesiones de Bergamn eran el amor/desamor y la religión, pero al pobre Harry nos lo presentan como el sujeto paciente de la acción, un chaval bueno, poco interesante, víctima inocente, doliente y gozante, y a ella, a Mónica, como al sujeto activo, la Eva tentadora y a su vez tentada (por unas manzanas, precisamente), que convence al tontorrón Adán-Harry para ir a robarlas. Y es que las únicas escenas donde Mónica no nos parece egoísta o superficial son aquellas en las que se nos muestra desnuda, entregada con naturalidad al acto de seducir. Caprichosa, seductora, perversa, ¿cómo no enamorarse de ella?
Es Mónica la que da el primer paso para conocer a Harry, y además para pedirle una cerilla, porque no deja de fumar en toda la película. En su casa ya nos la muestran como vaga y perezosa, ni siquiera es capaz de alegrarse de la felicidad de sus padres cuando celebran su aniversario y en realidad es ella la que provoca la trifulca que acaba resultando en su huida. Incluso cuando ya en la isla la sorprenden robando y le dan un plato de comida y le preguntan su nombre, ella se limita a sacar la lengua y escapar huyendo.
Pocas veces he visto una recreación tan fascinante de lo que podría llegar a ser el paraíso como en esta película, y aunque los terroríficos genios del marketing cinematográfico quisieron venderla (y lo consiguieron) como una obra erótica, la carga sensual (que no es poca) no deja de estar en todo momento al servicio de una historia de amor en la que algunas escenas son de tal sensibilidad y tienen tal capacidad evocativa que no puede uno más que añorar unos besos tan ansiosos y tan primeros.
Sin embargo en ningún momento el espectador puede apartar de sí la sensación de que algo terrible va a pasar, de que al final los dos protagonistas serán expulsados del paraíso, un paraíso que se les empieza a quedar pequeño y un poco monótono, algo así como de domingo confinados pero sin Nocilla en la nevera. Y al final los dos jóvenes rebeldes que reniegan de la sociedad se revelan como lo que son, dos criaturas en las que anida un alma burguesa: ella quiere quedarse en casa, no trabajar y cuidar del hijo que acaban de encargar, y él quiere hacerse ingeniero y trabajar y progresar. Las manzanas del huerto simbolizan su vuelta a la realidad, porque la realidad es que tienen hambre y que se han saciado de Paraíso.
La envidia de Caín también tiene cabida cuando el ex de Mónica intenta quemarles la barca, y Harry es el que evita que ella le mate de un remazo en la cabeza. Así que vaga, libidinosa, seductora y asesina, pero no femme fatale, porque no hay reflexión en sus actos, ni plan revelado que la conduzca a la riqueza, como mandan los convencionalismos del noir que por aquella época triunfaba.
La vuelta a la ciudad es el golpe definitivo. Él es un trabajador ausente que piensa en ahorrar y progresar, mientras que ella solo quiere gastar y divertirse. Ni siquiera quiere a su hija y es Harry el que estudia, trabaja y la acuna cuando llora por las noches.
Todo acaba con la infidelidad de Mónica, precisamente con su ex, y cuando Harry se lo reprocha ella se limita a decirle: Sí, me gusta. Harry explota, le pega, o más bien le propina algo así como unos torpes manotazos que en la época incluso provocarían el asentimiento de las barbillas en la oscuridad de las butacas. Ella huye y abandona a su marido y a su hija.
Para la historia del cine el primer plano de Mónica sorprendida por la cámara antes de cometer adulterio. Su mirada retadora y desafiante, directa al objetivo y que recuerda a las florituras estilística de la nouvelle vague que estaba por venir (y que tal vez inspiraría), contiene más emoción y más cine que toda las películas Marvel con miles de millones invertidos en parafernalia digital.
Gracias de nuevo, Ingmar Bergman.

Quique Castro

martes, 26 de marzo de 2019

El botón nuclear


Por ti apretaría el botón nuclear, sería malo, me convertiría en un martes por la mañana, en un sórdido viaje en metro.
Por ti mentiría y me reiría después, robaría, mataría sin dudar. Por ti extinguiría risas.
Y vidas.
Pero ocurre, ya ves, que me haces mejor, o eso creo.
Y me arrastras a la mañana, poco a poco.

Quique Castro

viernes, 18 de mayo de 2018

La izquierda con pasta

Me cae bien Kichi, porque quiere ser consecuente con sus ideas, y es capaz de llevarlas hasta el límite, y porque dice que para él ya es bastante lujo vivir con Teresa, porque cuando vives con el amor de tu vida, ¿qué más puedas necesitar?
Pero en realidad la España que me gusta se parece más a la de Pablo Iglesias e Irene Montero, por bocazas que sean. Es una cuestión de economía, de sociedad, de cultura.
Sabemos que hay una gran parte de la población que vive en la miseria, luchadores empedernidos, con pocos recursos intelectuales y culturales que se desangran para sacar adelante a sus hijos y que ven que no pueden educarlos en un buen colegio público, que tienen listas de espera interminables en la sanidad y con abuelos terminales a los que no pueden cuidar. 
Estos compañeros y vecinos reciben mensajes de la derecha, del PP, de Ciudadanos, que les dicen, ”el estado no vela por vosotros, la izquierda os promete cosas que no os da, pero se las da a los inmigrantes y a vosotros os abandona”.
Es mentira.
Es la derecha, son el PP y Ciudadanos los que hacen que los servicios públicos fracasen, con la ayuda del PSOE, que nunca jamás ha hecho nada.
¿Cómo lo hacen?
1º. Os dicen que van en invertir en hospitales y colegios.
2º Les votáis. 
3º. Retiran subvenciones a hospitales y colegios.
4º. Cuando no hay subvenciones, cuando hay menos médicos, menos profesores… Oh, misterio, la calidad mengua (se va a tomar por culo), y entonces aumentan las listas de espera, el número de alumnos por clase etc… 
5º Llegas a la conclusión de que los servicios públicos son una mierda.
6º Los partidos de derechas te dicen que no te atienden porque atienden a moros, negros, sudacas, etc. La realidad (compruébalo en cualquier periódico es que los “sin papeles son los que menos recursos consumen”).
7º Acabas votando a partidos de derechas para que la sanidad no sea universal y gratuita.
8º Los partidos de derechas privatizan la sanidad. La ponen en manos de sus amigos a cambio de grandes comisiones que vas a pagar tú.
9º A partir de ahora vas a tener que pagar un seguro privado para tener sanidad, jubilación, vas a tener que pagar un colegio privado y no vas tener derecho a determinados medicamentos.
10º Vas a verte en la miseria, vas a enfermarte, tus hijos van a ir a colegios de mierda que no vas a poder pagar, no acabaran sus estudios, no tendrás dinero para jubilarte, ellos no te van a poder cuidar porque sin educación no les van a contratar.
11. Tú acabaras muerto en la calle y tus hijos, que serán analfabetos, ignorantes y sin estudios, no tendrán armas intelectuales y volverán a votar a la derecha, que les dirá que hay muchos funcionarios, muchos inmigrantes, y muchas ayudas sociales.

A mí me da igual que Iglesias y Montero se compren un chalé de 600.000€. Me gusta que luchen por lo público, para que no haya una casta de sinvergüenzas que lo privatizán todo para que unos cuantos analfabetos les voten y les perpetúen en el poder.
Lo sé, os han dicho que son comunistas, que quieren que todos cobremos los mismo y vistamos igual. No es verdad. Te han mentido. Debería darte igual, porque nunca vas a tener un yate, pero es lo mismo, te han mentido.

Tienen que cobrar su pasta los que se lo merecen, y si puedes tener un Iphone (si es que tanto te importa tenerlo), tenlo, y si puedes tener un yate, tenlo, y si puedes tener un piso de 600.000€, tenlo.
Lo importante es que te lo ganes. Y que haya un soporte social que permita una educación, una sanidad y unas pensiones dignas.
¿Iglesias es un bocachancla?
Sí. Pero su sistema sigue siendo el mejor. Se ha hipotecado hasta las orejas, el suegro les ha dejado pasta, no van a especular.
No te confundas. Te van a hablar de toda esta mierda para que no les votes. Vas a votar al PP, a Ciudadanos o al PSOE, que es lo mismo, y vas a irte a la mierda paso a paso.

Quique Castro.