viernes, 30 de mayo de 2014

Papa Noel en Barcelona. Parte 1.

Lo bueno de trabajar una sola noche al año es que te deja un montón de tiempo libre. Claro que parte de ese tiempo tienes que emplearlo en que todo esté a punto para la fecha prevista. Os voy a ser sincero, el mérito no es mío, es de los elfos. Esos jodidos enanos sí que saben trabajar. Pero no sólo hay que preparar los regalos, también me ocupo de algunas otras cosas importantes, como leer todo ese montón de cartas que me llegan, e incluso algunas veces, cuando sospecho que algún niño se porta mal, salgo a dar un paseo por ahí, para investigar, ya sabes. Sí, la verdad es que también me sirve para airearme sin que la parienta me diga nada. Un hombre a veces necesita estar a su aire, tomarse un par de cervezas y ver un partido de fútbol en un bar.

Pero a veces también aprovechamos y nos hacemos juntos una escapada romántica. Esta fue una de esas veces. Nos acercamos en trineo hasta el aropuerto de Finlandia, allí mandamos a Rudolph a casa y cogimos un avión. Los finlandeses son unos tipos simpáticos, una vez conocí a uno en un bar que me retó a beber chupitos de vodka. Maldita sea, estuve sin probar vodka tres semanas por su culpa. Por cierto, os diré que un tipo de 150 kilos con la barba manchadas de vómito y un aliento capaz de derribar a un alce no es precisamente la imagen que un niño tiene del tipo que le trae los regalos en Navidad.

En el aeropuerto siempre me pasa lo mismo, me quedo como hipnotizado viendo los destinos de los aviones y me imagino tomando cualquiera que me lleve muy lejos, a alguna playa de esas donde siempre hace sol y el agua es transparente. Claro que he estado por todas partes, pero en plan corredor de Fórmula 1, o tenista, ya sabes, no puedes ver gran cosa cuando tienes que recorrerte el mundo entero en tan sólo 24 horas. Además, tampoco estás para mirar el paisaje, tienes que plegar el espacio-tiempo por las dobleces exactas si no quieres pegarte una buena hostia con tus renos. No digo que sea difícil, pero requiere su práctica.

Ahora te estarás preguntando por qué se nos ocurriría coger un avión en Finlandia pudiendo plegar el espacio-tiempo. No te comas el coco, no acumulas puntos de viaje cuando pliegas el espacio-tiempo, y estoy a esto de conseguir una almohada de fieltro rellena de bolitas para apoyar la cabeza en la ventanilla.

Una vez llevé a mi señora a un hotel de Tenerife, de esos que te ponen una pulserita y te pasas el día a remojo en la piscina, bebiendo daikiris y tomando el sol. No estuvo mal, pero me quemé la espalda y vine con 20 kilos de más. Mi señora se empeñó en que nos apuntáramos a aquagim; al final ella iba a aquagim y yo me quedaba cerca del buffet libre del desayuno.

Desayunar con champán me parece un poco hortera, ¡pero por el yeti de dos cabezas!, ese jodido vasco sabía cómo hacer unos huevos fritos. En fin, puede que tenga varios cientos de años, pero aún no me ha llegado la hora de zambullirme en una piscina con el agua por el ombligo para chapotear como un gilipollas. Además, digamos que no doy bien en bañador, lo mío son las bermudas y las camisas hawaianas. Mierda, tendría que decirle a mi sponsor que estoy hasta los cojones del traje rojo y el gorrito de pompón. 

Las próximas navidades, si miráis al cielo y veis un trineo guiado por un tipo de camisa hawaiana… Bueno, si veis eso en el cielo, os recomendaré que dejéis de meteros esa mierda, sea lo que sea que os metáis, o que cambiéis de camello. Cuando trabajo soy invisible.

Continuará...

Quique Castro


1 comentario:

  1. Jajaja. Muy bueno. Es verdad, el sponsor de Papá Noel debe ponerse las pilas.

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