lunes, 21 de mayo de 2012

Yo maté a mi mejor amigo

Hacía años que Jorge no entraba en una iglesia, le horrorizaban. Aún así, no tenía miedo de que ningún rayo justiciero cayera sobre su cabeza. Si Dios existía, no entendía porque dejaba que existieran lugares como aquel. Se sentía furioso y sólo quería permitirse el lujo de darse una buena pataleta.

Con aire contrito pero satisfecho, la anciana se santiguó y se levantó con dificultad para ir a cumplir la penitencia impuesta. El sacerdote abrió la puerta del confesionario pero Jorge se anticipó.

-Padre, si no le importa. -El sacerdote no se esforzó en disimular las pocas ganas que tenía de seguir allí metido, aún así, le intrigó aquel muchacho por su juventud y porque no recordaba haberle visto antes. Por eso volvió a meterse en el confesionario y abrió de nuevo la reja de madera.

-A ver, dime.

-Padre, he matado a mi mejor amigo.

-¿Qué has dicho?

-La verdad, no sé cómo se lo montan, pero ustedes siempre se equivocan en todo. Por cierto, Ave María purísima.

-¿Qué dices que has hecho? –preguntó el sacerdote con una mezcla de nerviosismo y malestar

-Ya se lo he dicho Padre, he matado a mi mejor amigo, aunque la verdad es que no me arrepiento ni lo más mínimo.

-Si no te arrepientes, ¿para qué vienes aquí?

-¿Prefiere que me vaya?

El sacerdote era un tipo duro.

-Me da igual lo que hagas. Si no te arrepientes, sí, es mejor que te vayas.

-Nadie puede resistirse a una buena historia, padre. Deje que le cuente. –El sacerdote se había jugado un farol, pero sabía que no podría irse hasta haber escuchado lo que aquel joven tenía que contarle-. Verá, hará cosa de seis meses que Fermín se quedó tetrapléjico. Fermín era mi mejor amigo-. A través de la celda de madera se escuchó la respiración concentrada del sacerdote, que apoyó la frente en su mano derecha en un gesto que a Jorge le pareció sacado de una película-. Fue en un accidente de quad, ya sabe, las motos esas de cuatro ruedas, ¿sabe lo que le digo?

-Sí, lo sé. Sigue, por favor.

-Susana, la mujer de Fermín, salía de cuentas en dos meses cuando ocurrió todo. Imagínese el percal. Una putada de las gordas, padre.

-Una de las grandes -dijo el sacerdote, al que, definitivamente, no le gustaba la forma en que aquel joven le llamaba padre.

-Ya sabe por dónde voy, ¿a que sí, padre? Pues eso, que Fermín no quería seguir viviendo. Sí, claro que quería ver a su hijo, pero ¿puede usted imaginarse lo que es estar tumbado en una cama sin poder mover nada más que la cara? Yo no. He pensado mucho en ello, pero no soy capaz, ¿y sabe por qué? Porque cuando yo salía de aquella habitación y caminaba por los pasillos del hospital con la garganta agarrotada, Fermín seguía allí postrado, y seguiría para siempre.

-¿Lo has hecho de verdad?

-¿Quiere decir que si le he matado? Pues claro. Los dos mayores deseos de Fermín eran ver a su hijo y morir. Decía que no quería que su mujer tuviera que cuidar de dos bebés.

-No tenías derecho a decidir sobre una vida, eso sólo puede hacerlo Dios.

-¿Y eso quién lo dice?

-Lo dice la Iglesia.

-Padre, creo en Dios demasiado como para creer en ninguna religión y en ninguna iglesia. Ustedes dicen que Dios desaprueba la eutanasia, yo digo que a Dios la eutanasia le parece genial y creo que ninguno ha tenido el gusto de hablar con él.

-¿Cuándo ocurrió?

-Bueno, está todo bastante reciente. La semana pasada.

-Dios mío, ¿qué has hecho?

-Ellos le dieron aquella silla que podía mover con la boca y todos parecían estar entusiasmados con la idea. Yo también, claro, queríamos animarle. En realidad me recordó un poco a cuando se compró el quad. Pero yo sabía lo que pretendía Fermín porque me lo había dicho. Me dijo que el día que le dieran esa silla sería el último día de su vida. No fue exactamente así, pero más o menos.

-¿La policía lo sabe?

-Lo sospechan. Todos lo sospechan, pero eso no tiene demasiada importancia. Fermín era mi mejor amigo, yo lo quería. Si tengo que pagar el precio, lo haré; me gusta pensar que él habría hecho lo mismo por mí. Aquel domingo llegué a su casa y vi cómo se despedía de su mujer y de su hijo. No quiera imaginarse la escena, padre. Su mujer le llenó la cara de besos y le acercó a su hijo para que lo besara. “Acércamelo más” dijo Fermín. Susana se lo acercó y Fermín respiró hondo, “es el mejor olor del mundo”, dijo. Luego me llevé a Fermín a la montaña. En realidad no hice nada, sólo le puse en su silla y buscamos un llano donde pudiera rodar con facilidad hasta el final, nos fumamos un cigarrillo y charlamos un poco. Luego me di la vuelta y me fui a mear detrás de un árbol. Dijo que aquel era el mejor día desde que había tenido el accidente.

9 comentarios:

  1. Nunca vi tratar la confrontación entre la iglesia y la elección a morir dignamente desde una perspectiva tan real.

    ¡Me ha llegado!

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  2. Me gustaría saber si al final el cura entendió o no la postura de Jorge. Bueno, entender seguro que la entendió, pero si salió de su garito y le dió un abrazo diciéndole aquello de: "no olvidaré tu bello gesto de amistad para con Fermín. Es lo mejor que podías hacer por él y por su familia. Seguro que te estará dando las gracias allí donde esté".

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    1. Alguna vez encontraremos a un cura que se atreva a decir eso?

      Sería demasiada compasión tratándose de la iglesia.

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    2. Pero ¿a qué sería bonito encontrarse un cura así? Demostraría que en la iglesia también hay gente con alma. Es verdad que es una utopía, pero alguno habrá por ahí escondido.

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  3. La iglesia (un poder oscuro) engaña más de lo que la gente se pueda imaginar. ¿Qué dilema ese de Fermín y su amigo no? Para estar así mejor no estar. Bueno, no sé si en una situación así tendría el valor suficiente para largarme a la otra orilla. Adelante compañero. Y sepa usted que hoy me han hablado un par de gente del escrito del voto. Se le felicita.


    UROG de Holguín

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  4. Kkoussselo (Experto en el efecto 2000)21 de mayo de 2012, 19:11

    Bravissimo!

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  5. Mafalda, gracias, serás tú, que me lees con buenos ojos.
    Lolo, no creo yo en ese cura comprensivo del que hablas.
    Urog de Holguín, señor de Nicaro, el tema me aterra, y mientras escribo pienso en lo bonito que es vivir y en la suerte que tengo.
    Agente Kkoussselo, experto en el efecto 2000, no crea que se me escapa la correcta nomenclatura de su extensión, doble K, triple S. Nos vemos en San Juan con Mónika para una de pulpo y tres de chemical wine.

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  6. Qué historia más triste y rocambolesca. Tengo curiosidad de saber si es un hecho real.
    ¿Alguien me lo puede confirmar?

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  7. Hola anónimo, es ficción inspirada en la realidad.
    Saludos.

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